CABO DE AÑO...DE LA DANA
Al cabo de un año es el tiempo de relajar el dolor, al menos de intentarlo, de recordar con cariño los buenos momentos vivido con la persona difunta, de ir dejando el luto, interior y exterior, porque los días transcurridos ya se han llevado la muerte y su circunstancia. Quienes sobreviven hacen un alto en el camino e intentan, a veces con ayuda, continuar sus vidas, lo que quedad de ellas o lo que empieza a partir de entonces.
Un año puede ser muy breve, a penas un rato. Pero también puede ser reflexión y nostalgia que animan, que se vuelven recuerdos vivos, como acompañantes silenciosos que están ahí siempre para lo que se necesite, sin pedir nada a cambio y sin esfuerzos de llamada, espontáneos.
Mucha gente no ha tenido posibilidad de rehacerse. Algunas personas siguen sin ocupar su lugar en el mundo, anterior a la Dana. Grandes y pequeños han cambiado e intentan asumir los cambios, grandes y pequeños que les condicionan, hoy y mañana.
Perder a un ser querido es triste, doloroso y también puede ser injusto como en este caso, ya que muchos muertos se podían haber evitado con otra gestión de la información, con otra voluntad a la altura de la responsabilidad del cargo público que se ocupaba.
Hay un proceso judicial en marcha que pretende esclarecer los hechos, cuyas conclusiones han de servir, entre otras cosas, para calmar, consolar y tranquilizar a todos los afectados. La verdad tiene esa función, supone saber para reparar.
Hoy, al cabo de un año, el máximo responsable de la Generalitat insinúa que deja su cargo culpando al Gobierno. Su partido le respalda y exhibe como ejemplo. No sé si pueden imaginar cuanto dolor están añadiendo a las víctimas ahora, en el cabo de año de su muerte. Al mentir consiguen el efecto contrario de la verdad, engañan, traen desconsuelo y agrandan su necesidad de reparación.
Hace falta reconstruir en paz, con sensatez y calma. Culpar a otros y los insultos sobran, provocan sentimientos perversos por gente perversa que los difunde contagiando a diestro y siniestro, insistiendo en causar dolor, rabia e impotencia, que ya no hacen falta, que no se merece nadie.
Acompañamos en el sentimiento, en el cabo de año, a cada persona que perdió a familiares y amigos, compañeros de trabajo o de estudios, vecinas y vecinos del barrio o del bloque, con nombre y apellidos, con una vida conocida, querida, compartida.
Ojalá puedan descansar en paz, quienes habitaban y habitan los lugares de la tragedia.

No hay comentarios:
Publicar un comentario