CANJEAR PERSONAS...PARA LA PAZ
Israel ha parado la invasión de Gaza para intercambiar personas con Hamás, personas presas por personas rehenes. Dejan de matar unos días, mueven a gente de un lugar a otro, cuentan y recuentan. La transacción acabará y se reanudará la guerra.
Los asesinados no cuentan, los cadáveres no se intercambian. No se canjean muertos.
Todo lo relacionado con Israel y Hamás está siendo contado como si fuera una película distópica, futurista, inaceptable bajo cualquier condición humana actual, inmoral se mire como se mire, excesiva por inhumana y cruel, violadora de todos los códigos conocidos hasta el momento. Es una narración de una atrocidad sin escrúpulos, donde las instituciones internacionales asisten a una masacre que según qué ideología política hasta se ve con buenos ojos.
Es tan difícil de digerir que resulta inaceptable. Todo lo que sigue pasando, día tras día en Gaza es inconcebible, no solo por los hechos sino por las narraciones de los hechos, los eufemismos que rodean las imágenes televisadas, las incongruencias semánticas que usan las autoridades y la prensa internacional, las palabras violentas de quienes atacan y atacan hospitales y colegios.
Ya no sirve el lenguaje para hablar sobre la Franja. Nada escapa a la ignominia y a hipocresía. El siglo XX nos enseñó la crueldad de los seres humanos contra otros seres humanos hasta límites insospechados y no hemos aprendido nada. Ni siquiera que invadir un pueblo tiene consecuencias de por vida, que masacrar a la población civil es violar cualquier atisbo de humanidad sobre el terreno. Si lo que está pasando en estos momentos es el infierno lo que vendrá inmediatamente después será peor si cabe. No puede haber paz sobre en casas destruidas, en vidas aniquiladas aunque sobrevivan. No puede haber paz en despachos genocidas.
El intercambio de personas debe ser el comienzo de las negociaciones y el fin de las armas. Las democracias occidentales tienen que hacer valer el diálogo, no solo los tanques y los misiles que ya los han usado antes generando vergüenza y decepción sin fin. Si se valora la vida de unas cuantas personas intercambiadas puede extrapolarse ese valor, innegable, a las demás. Sería ir a un lugar indescriptible bombardear a las personas que se acaban de liberar, sería entrar en una espiral de violencia sin freno, imposible de concebir.
Solo hay un camino y se ha empezado a transitar. Ojalá se continúe la senda hasta llegar pronto a la paz.
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