DEMAGOGIA OLÍMPICA
Para el Comité Olímpico Israel y Palestina participarán como cualquier otro país en los Juegos de Invierno de 2026 porque sus comité olímpicos cumplen los requisitos, mientras que Rusia no lo hace por lo que seguirá vetada.
Este insólito hecho me hace pensar en la acusación a Sócrates de impiedad. Cuando se le acusaba de no creer en los dioses pero sí en las cosas divinas. El filósofo argumentaba que cómo era posible aceptar la existencia de mulas negando la realidad de yeguas y burros. En este caso, se ignora el genocidio para atender a los dos países en condiciones de participar en los Juegos de Invierno.
¿Un país devastado tiene atletas en condiciones?
¿Un país que invade a otro tiene principios y valores éticos deportivos?
Y sobre todo, las organizaciones deportivas de cualquier país ¿tienen alguna relación con los gobiernos de sus países o son entelequias externas y ajenas a cualquier vínculo con el país en el que están, residen, trabajan, viven? ¿hay relaciones económicas entre sus instituciones, gobiernos y deportes, o de otro tipo?
A estas alturas de esfuerzos imposibles por negar la realidad de Palestina, lo del Comité Olímpico resulta el colmo, la guinda de un pastel incomible, se pongan como se pongan sus autoridades.
Tener que explicar las relaciones que existen entre los deportistas y los países que representan es tanto como explicar las relaciones entre yeguas, burros y mulas, así de obvio.
El cinismo no acaba de escalar sus cotas más altas de inmoralidad, disfrazando su repugnante inhumanidad de valores deportivos, queriendo engañar al mundo y protegiendo intereses económicos del capitalismo más salvaje practicado por el eje EEUU-Israel-Unión Europea. También aducen que ningún deportista de estos países suele ganar medallas, por lo tanto se les deja participar. Así que a Rusia se le veta, entre otras cosas, porque sus deportistas ganan medallas.
Qué lejos está este comité internacional del respeto, la solidaridad, la empatía, la honradez o la humanidad sin más. Con esta decisión se posiciona del lado de la la violencia, la discriminación, la insolidaridad, el egoísmo, la deshonra y la inhumanidad, en las antípodas de lo que teóricamente ha de ser el deporte olímpico, palabra con la que se les llena la boca para hablar o escribir pero que jamás practican.
De tanto retorcer las palabras exhiben su verdadero rostro, a saber, les importa poco o nada las vidas de la gente de Palestina, pertenecen a esa élite mundial que mira por encima del hombro a los demás si son diferentes y viven en lugares que los suyos desean apropiarse.
Este genocidio de Gaza está poniendo a cada cual en su sitio y no está resultando nada positivo el lugar de la vieja Europa, cuna de las Olimpiadas. Los cinco aros son cinco bombas a la ética deportiva.
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