lunes, 21 de marzo de 2022

FELIZ DÍA DE LA POESÍA

 DÍA MUNDIAL DE LA  POESÍA


Siempre me ha parecido un género literario raro porque, con pocas palabras, se pretende hacer sentir, imaginar o entender muchas cosas muy importantes. La poesía concede, como pocas cosas, un poder extraordinario a las palabras, las coloca en su sitio, las dota de precisión, de valor semántico, muestra el sentido de las cosas que dice. Me parece difícil este ejercicio literario y me hace pensar en mi madre, a quien me gustaría escribirle un poema, pero no sé hacerlo, por eso cojo prestado el de García Montero.


La ausencia es una forma del invierno

Como el cuerpo

de un hombre derrotado en la nieve,

con ese mismo invierno que hiela las canciones

cuando la tarde cae en la radio de un coche,

como los telegramas, como la voz herida

que cruza los teléfonos nocturnos,

igual que un faro cruza

por la melancolía de las barcas en tierra,

como las dudas y las certidumbres,

como mi silueta en la ventana,

así duele una noche,

con ese mismo invierno de cuando tú me faltas,

con esa misma nieve que me ha dejado en blanco,

pues todo se me olvida

si tengo que aprender a recordarte.


Con permiso de Luis García Montero, Completamente viernes, Tusquets, 1998



El contexto que estamos viviendo provoca, hoy, el recuerdo de una canción de Jorge Drexler, en su disco Eco de 2004,  que deberíamos enseñar en los colegios y cantar por las calles a los cuatro vientos:

Milonga del moro judío

Por cada muro un lamento
en Jerusalén la dorada
y mil vidas malgastadas
por cada mandamiento.
Yo soy polvo de tu viento
y aunque sangro de tu herida,
y cada piedra querida
guarda mi amor más profundo,
no hay una piedra en el mundo
que valga lo que una vida.

Yo soy un moro judío
que vive con los cristianos,
no sé que Dios es el mío
ni cuales son mis hermanos.

No hay muerto que no me duela,
no hay un bando ganador,
no hay nada más que dolor
y otra vida que se vuela.
La guerra es muy mala escuela
no importa el disfraz que viste,
perdonen que no me aliste
bajo ninguna bandera,
vale más cualquier quimera
que un trozo de tela triste.

Y a nadie le di permiso
para matar en mi nombre,
un hombre no es más que un hombre
y si hay Dios, así lo quiso.
El mismo suelo que piso
seguirá, yo me habré ido;
rumbo también del olvido
no hay doctrina que no vaya,
y no hay pueblo que no se haya
creído el pueblo elegido.

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