INVISIBLES
Gracia Querejeta, 2021
Un buen texto y tres actrices perfectamente ajustadas al guion. Nada más. Nada menos. Podría ser teatro, incluso radio. Pero Gracia Querejeta prefiere sacar la cámara al parque, a un banco del parque, a unas escaleras que bajan al parque.
Tres amigas en chándal caminan por las mañanas de los jueves mientras charlan de sus vidas. Cada una representa un rol femenino actual fácilmente identificable y localizable en la proximidad de cualquiera que tenga 50 años, más o menos, en estos momentos.
Profesora de instituto, quemada de la adolescencia marciana que habita sus clases, responsable por costumbre, trabaja para un pequeño número de alumnado que parece interesado en su asignatura, hasta que una alumna le llama por teléfono...
Ejecutiva agresiva, moldeada según marcan los cánones machistas, asciende con frecuencia en la empresa, acosando a todos los apetecibles compañeros de curro incluyendo al jefe, hasta que el teléfono no basta y recibe un preaviso...
Separada con nueva pareja que incluye hija jovencita en casa, compite por la atención y encuentra una rival insuperable, pero por miedo al rechazo, tirando de experiencia y aguante es capaz de...
Cada día que se encuentran cuentan algo relacionado con los temas que las definen. Una con el alumnado, otra con el sexo en el curro y la última con la hija de su actual pareja. Parece que tienen que hablar con otras personas, todas, pero solo hablan entre ellas, a ratos mal, a ratos se callan, unas veces las tres, otras veces dos. Echan de menos a una cuarta amiga que aparece en una escena para representar la evolución disonante pero posible y real de la cincuentena femenina, decidida a cambiar por completo.
A penas hay más personajes, algún paseante más, frustrado y cansado como ellas, para no desentonar, y de paso enseñarnos que también los hombres tienen problemas consigo mismos, que hay cierta igualdad al fin y al cabo en algunos casos o para algunas cosas, aunque el asunto sigue siendo desigual en detrimento de la mujer.
Emociones, vivencias, expresiones, todo comunica estados de ánimo y personalidades frágiles, tocadas, agotadas de mantener exigencias elevadísimas durante demasiado tiempo, que se han ido justificando por esto o por aquello, ahora así, ahora asá, mientras pasaba el tiempo y las protagonistas han consumido media vida, y a la vez, sin darse mucha cuenta, han ido construyendo la otra media, les guste o no. Ya está todo hecho, lo que viene a continuación no tiene red.
Adriana, Emma y Nathalie, en el orden que sea, forman el trío de la verdad, de la realidad cotidiana, el de el bloque de oficinas del centro de una gran ciudad, el de el funcionariado de la educación pública, el de las amas de casa a medias entre la insatisfacción y la valentía, de cualquiera que te encuentres por la calle. Son invisibles, como tantas mujeres que conocemos, habitando los días crueles de nuestro tiempo.
Es una película que puedes ver varias veces, escuchar y charlar después, porque el cine también es reconocer las cosas, reconocer las vidas, reconocer personas y dejarse llevar por lugares familiares, sin temores, sin sorpresas. Este cine conversa críticamente con el presente femenino, real.
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