domingo, 19 de octubre de 2025

MANERAS DE MORIR...DE VIVIR

MANERAS DE MORIR...DE VIVIR


Parafraseando, en parte a Rosendo Mercado, hoy Javier del Pino y Juanjo Millás nos han contado maneras de morir hasta llegar a mostrarnos maneras de vivir, con invitados tan curiosos como un ciborg y un filósofo.

Los sentidos han protagonizado el programa de radio. Nada más oportuno que escuchar, oír la radio hoy, aunque Millás ha hablado del sentido del gusto, concretamente de distinguir entre textura y sabor al comer, y ha hecho una analogía con la política en materia de vivienda, así la textura sería intervenir el mercado de una vez para resolver de verdad el gravísimo problema vital o proponer construir pisos como algo saborizante o de mentira que sería el sabor de los políticas ineficaces que se anuncian a bombo y platillo.

Tener quemada la lengua tiene la ventaja de distinguir los saborizantes de la textura.

A propósito de un reciente artículo de Manuel Vicent en El País han conversando sobre el suicidio con humor e ironía. Millás dice que uno se despide a diario cuando sale de casa, "tiene sentido despedirse cuando te vas a Valladolid" pero no cuando te vas a morir. Este enfoque cambia las maneras de vivir y mencionado que la mejor muerte es la llamada muerte dulce, la del brasero que hacía una mala combustión. Ha recordado que, en su infancia, morían familias enteras jugando al parchís.

Como la cosa iba de la vida y la muerte ya mezcladas han tenido que aparecer los trasplantes médicos, esos órganos de otros seres vivos, de cerdos, que hacen vivir a los humanos que sin ellos morirían o vivirían peor. Así nos han llevado hasta la IA y los ciborgs, sonando una de las sentencias millasianas más agudas: el móvil es una sucursal del cerebro.

Entonces ha entrado al habla Antonio Diéguez Lucena, filósofo de la universidad de Málaga, quien ha expresado su escepticismo sobre el volcado de una mente en una máquina ya que plantea el problema de la identidad personal, de los gemelos digitales. y la posibilidad de supermercados de últimos modelos, de moda, de esta tecnología. Nos informa que ya se está trabajando sobre neuro-derechos para proteger el uso de nuestros pensamientos.

Más preguntas han ido surgiendo, hasta qué punto está clara la diferencia entre la persona y el móvil, la máquina. Cuál es la frontera entre el cuerpo y la máquina, por ejemplos en la biología sintética, con las prótesis médicas, se confunde los ámbitos naturales y mecánicos. 

Para colofón han invitado a un ciborg de verdad, Nil, quien para resolver su problema de acromatopsia (ver en blanco y negro) se inventó un implante cerebral con el que oír los colores. La sinestesia aprendida tras un tiempo le permite escuchar en Fa el color rojo o en La el verde y cruzar los semáforos con música. Como le funciona bien, ha inventado otro implante, esta vez en la rodilla con el que percibir el norte y así orientarse perfectamente, sintiendo dónde está el norte y no sabiendo dónde está. Flipas.

De esta manera, con estos invitados hemos llegado a una nueva antropología, la que está llegando ya. No sé si Darwin pudo imaginar esta evolución cibernética.

El ser humano no tiene una antena como órgano, no percibe infrarrojos ni los ultravioletas, sin embargo Nil sí lo hace, y siente el norte en la rodilla, es un ciborg real, no nota la diferencia de software y sus sentidos. La frase "me estoy quedando sin batería" demuestra que el móvil ya es parte nuestra.

Toto esto con apenas un café, menos mal que la última palabra la ha tenido Millás, sin morderse la lengua y ha lanzado la hipótesis sobre si no estaremos realizando el sueño griego, el de los dioses, héroes y mitologías griegas de convertirnos en otra cosa diferente al ser humano, muchos siglos después.

Qué regalo de programa el de hoy. Menudo viaje nos hemos pegado alrededor de la humanidad, o lo que va después...

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