MASPALOMAS
José Mari Goenaga y Aitor Arregui, 2025
Las personas
mayores vamos al cine con más frecuencia que la población joven, de hecho lo
llevamos haciendo toda nuestra vida, y ya era hora que viéramos reflejadas vida
parecidas a las nuestras en las pantallas.
Sobre la
homosexualidad, en hombres y en mujeres, sigue pesando una losa de no aceptación,
aunque menos gruesa de lo que piensan quienes son homosexuales. Esto es lo que
quiero pensar yo al ver la escena en la que conversan padre e hija sobre esto y la escena en que el protagonista se lo dice a la psicóloga de la Residencia.
La película
refleja bien la necesidad de adaptación que tenemos las personas respecto al
medio en que el vivimos. El protagonista vive varios cambios situacionales que
le obligan a cambiar su estado mental y físico, su actitud ante la vida y ante
los demás. Es precisamente donde nos sitúa la trama, en ese tiempo de
adaptación en el que se tiene que estar muy segura/o, se tiene que demostrar y
autodemostrar quién se es, qué se quiere y elegir, optar por una dirección o la
contraria.
Entre tanto
la familia, los amigos, la enfermedad, la edad…el tiempo vital.
Los actores
protagonistas son muy buenos y los secundarios también. La cámara psicológica
es de lo más oportuna llevándonos de dentro a fuera y de fuera a dentro del
protagonista. Dilemas y desiertos, deseos y habitaciones de residencias de
ancianos.
Hay otros
mundos y están en este. Asomarse a ellos, aunque solo sea a través del cine,
abre mentes y desbroza prejuicios. Todas y cada una de las personas que veamos
esta película podemos poner nombre y apellidos de gente conocida, familiar o
amiga, al protagonista, también a su hija. Menudo papel, ser hija de alguien
que no te muestra su amor, su interés o su existencia. ¿Se puede justificar la
distancia (ausencia) familiar?
Nadie quiere
vivir con quien le desprecia, en donde se le desprecia, teniendo que mentir,
disimular o ser otra persona. A ninguna edad. La educación nacional católica que ha impregnado la cultura española durante tanto tiempo sigue coleando entre quienes no acaban de salir del armario. La homofobia renovada por el auge fascista impide que normalicemos el deseo, la atracción, la práctica sexual y continuemos creando heroínas y héroes cuando las personas viven como quieren hacerlo, poca gente está dispuesta a ser héroe o heroína. En realidad es un retroceso tener que serlo. Vicente no quiere, no le sale, tal vez por esto toma la última decisión.
La hija enfrenta una situación con culpa y pesar. El padre sufre un revés con tristeza y sin resignación. No sé qué haría si fuera ella o él. Para cuestionarnos está también el cine.
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