lunes, 23 de junio de 2025

UN SILENCIO LLENO DE MURMULLOS

 UN SILENCIO LLENO DE MURMULLOS

Gioconda Belli, Seix Barral, 2024


Esta vez la ficción está tan íntimamente mezclada con la realidad que cuesta discernir qué es cada una. Igual pasa con los personajes, entre la protagonista y su madre. Estas dos cosas, dos mundos, son inseparables hasta el punto de no poder existir el uno sin el otro. Los rodea un clima político concreto, una situación pandémica concreta y cercana, un contexto que los une y los separa, que posibilita el sentido de la obra. En esta estrategia literaria Gioconda Belli se mueve como pez en el agua, puede que por su influencia del realismo mágico, puede que por su compromiso con la justicia social, puede que con su arte literario propio, exclusivo de su pluma, de su imaginación y sus vivencias.

No sé qué me ha gustado más, si los diálogos, las situaciones, los personajes, el ir y venir del tiempo, de los continentes y países.  Empieza con Calderón de la Barca y los sueños de Segismundo, como si quisiera situarnos en un lugar irreal que solo puede serlo desde lo real. Ahí, dispuestas/os a todo, conocemos a Penélope, cuyo nombre obedece a los engaños de la mujer de Ulises en la Odisea.

La trama que sigue es tan entrañable como dura. La historia de Nicaragua, fuego y agua (Faguas en El país de las mujeres) y la de la familia es la misma historia. Revoluciones y dictaduras, amores y violencias, clandestinidad y reconocimientos. Hay un hilo invisible que recorre el tiempo desde los años 70 del siglo XX hasta hoy, tejiendo la vida de guerrilleras, estudiantes, profesores, niñas y hermanas.

Me gusta mucho el manejo del lenguaje y el significado propio que tienen algunas palabras como desvanes: inventos europeos, hijos de mentalidades austeras, forjadas en guerras mundiales anteriores al consumismo (pág. 92).

Las emociones empapan cada página, ya sean de tristeza, deseos sexuales, ira o compasión. Suceden circunstancias para todas y para muchas más, que se muestran ricas y motivadoras para seguir leyendo, porque hay, también, esa intriga medio en broma medio en serio que se resuelve prácticamente al final. Hay decisiones de sus protagonistas que yo no tomaría pero son  tan posibles que resultan atractivas, interesantes, como modos de explorar al ser humano, al menos de intentar conocerse así mismo.

Admiro la rotundidad de posicionarse del lado de la bondad, la justicia, la denuncia de las violaciones, la humanidad y la paz. Lo digo por la novela y la actitud de la autora, exiliada en Madrid. 

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