martes, 26 de enero de 2021

NEGACIONISMO

 NEGACIÓN

Mick Jackson, 2017


Anoche, seguro que alguien se quedó viendo en la tele la película, después de haber visto en los telediarios imágenes de la manifestación madrileña de negacionistas del covid-19. Yo fui una.

Los protagonistas son lo suficientemente buenos como para que merezca la pena verla en un canal con publicidad. Geniales, aunque la genialidad estaba también en el guion, concretamente en la argumentación judicial que se marcan para ganar un juicio por difamación en Reino Unido, donde la persona que es acusada debe demostrar su inocencia.

El caso es que una profesora e historiadora publica un libro sobre el Holocausto nazi en el que desprecia a quienes lo niegan, con nombre y apellidos, convencida como está de la verdad incuestionable de los hechos y las pruebas numerosas incluso de testimonios vivos que le habían servido de documentación y ella había trabajado concienzudamente. Uno de los historiadores aludidos, negacionista del Holocausto nazi la denuncia por difamación. Así que se debe probar la existencia de Auschwitz con finalidad asesina y el genocidio allí acontecido...o no.

La clave de la película es ofrecer otra opción. El sentido común, representado por la protagonista agraviada, nos dice que hay que mostrar el horror, los testimonios, las cifras, los datos, los planos, las fotos, es decir las pruebas de los hechos y con ellos la verdad. Sin embargo, los abogados londinenses adoptan otra estrategia: negar al negacionista, mostrar que miente.

En la película sale bien. Una vez que el juez  sabe que el historiador se basa en datos falsos para negar la existencia del Holocausto resulta fácil desmontar su argumentario puesto que se basa en premisas erróneas así que la conclusión ha de ser falaz necesariamente.

Hoy, cuando vemos y oímos a los negacionistas de la pandemia no tardamos en sacar la artillería de casos, nombres y apellidos, de hospitales, de sanitarios, de síntomas, de efectos o de muertos en cualquier parte del mundo. Sin embargo, como en la película, demostrar la verdad no es suficiente ya que pueden aducir que son manipulaciones, montajes o intereses de muy variadas naturalezas y posiciones políticas o económicas.

Hoy, habría que hacer como en la película, es decir, demostrar las mentiras de lo que afirman como verdadero y sólo dejándolos como mentirosos podemos convencer a terceros, que a ellos de ninguna manera, como en la película de nuevo, porque adecúan la realidad a sus deseos e ideas más arraigadas.

Tal vez esta estrategia peliculera sirva de una vez por todas para minimizar el efecto contagio de las personas negadoras de la realidad, que prostituyen el lenguaje hablando de libertad y derechos mientras ponen en riesgo a cualquiera que se les acerque, desafiando normas, leyes y morales.

Derecho, ética, retórica. Todo para, sencillamente, abrir los ojos y mirar.

El papel de los Medios de Comunicación es clave, en la actualidad como en la película, capaz de dar la vuelta a la realidad, de despreciar los hechos, de decorar el delito, de maquillar la mentira y suavizar las consecuencias de ocultar la verdad. Las responsabilidades han de ser asumidas, de cada cual según su implicación, su cargo y su trabajo.

No se debe jugar con el horror nazi ni con el horror de la pandemia. Tenemos la obligación de desenmascarar los negacionismos, las fakes, las posverdades, porque el futuro puede ser peor que el presente.

Una vez más, el cine refleja cómo vivimos y cómo podemos vivir. Un placer ver este elenco de actores y este contenido tan bien tratado y tan actual. 




2 comentarios:

  1. Tambien nos pareció excelente, y ya la hemos recomendado a hijos y amigos

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    1. Entiendo que debería verla mucha gente por muchos motivos, entre otros por el momento que vivimos con negacionismos de todo tipo y la gravedad de darles cobertura.

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