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Julio Medem, 2025
Tengo la sensación de que en esta película se nos enseña una cosa y se nos quiere dar a entender otra. Supongo que muchas obras que recorren grandes períodos de tiempo pueden tener esta intención, mostrar apenas retazos de hechos históricos para que quienes los veamos pongamos el resto, rellenemos con nuestro conocimiento y experiencia de los hechos que nos cuentan. A veces dar por supuesto ciertas cosas implica correr riesgos, en este caso supone saber la historia del siglo XX de nuestro país, con los menores sesgos posibles, y esto es mucho suponer.
Medem narra la vida de dos personas desde su nacimiento, el mismo día y separados por apenas tres kilómetros de distancia, sus madres compartieron el mismo médico al parirlos: el 14 de abril de 1931. A partir de ahí los momentos más trágicos de la historia de España son atendidos desde las vidas personales de estos personajes. Lo más probable es que todos los hitos manchados de sangre se queden cortos respecto a la realidad de los años treinta, cincuenta, sesenta o setenta, pero resultan suficientes para al verlos podamos abundar por nuestra parte.
Me he visto bastante reflejada con las escenas de los noventa y las de este siglo, porque acaba justo cuando superamos la pandemia del covid, al fin y al cabo ha sido mi vida más reciente y mi memoria la conserva bien.
Usa bastante la pantalla en blanco para hacer pausas, a veces emocionales y a veces reflexivas, en cualquier caso con sonido de tacones bailando de Sara Baras y de pitos de las manos de su compañía de baile flamenco. Por cierto, la banda sonora está muy bien y la de los créditos es Israel Fernández ni más ni menos.
Hay un gran trabajo técnico debido al periodo de tiempo que abarca, desde maquillaje y vestuario a exteriores y vocabulario. A ratos parece un cuento trágico y realista, y también cómico e ideal, en el que vemos lo peor y lo mejor de nuestro país, aunque sea en pinceladas de cine.
La pareja de protagonistas engancha desde el principio y su evolución se sigue bien gracias a su buena interpretación, aunque puede parecer poco verídica en algunos momentos, incluso fantástica, siempre contiene algún nexo con la realidad capaz de mantener la historia. Las cosas que recordamos nunca fueron así exactamente, nuestra memoria inventa y olvida, rellena y destruye en función de muchos factores. La memoria que guía a Medem en esta película resulta, a pesar de lo que cuenta, atractiva, asumible y muy placentera de ver.
La polarización política aparece en todos los ámbitos de la sociedad como el fútbol o la religión, el machismo y la cultura. Algo que está sucediendo otra vez, desgraciadamente, dado el auge de las redes sociales y su uso para desinformar y crear odio.
Hacía mucho que no veía películas de este director y me ha vuelto a gustar. Yo hubiera mostrado de manera más clara que la violencia de unos no es comparable con la de otros, que en un caso se defendían valoras democráticos y en el otro valores dictatoriales, esta oposición no puede igualar lo que hicieron en un bando y en el otro por mucho que la película pretende reconciliar a las dos Españas, al menos así se deduce de la dedicatoria final.
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