viernes, 21 de marzo de 2025

LA CACERÍA: EN EL FIN DEL MUNDO

 LA CACERÍA: EN EL FIN DEL MUNDO

Juan Ignacio Sabatini, 2024


También en el fin del mundo los curas abusan de los menores y son protegidos por sus superiores eclesiásticos, políticos, militares y policías. Toda una tradición que compone el engranaje cultural de décadas y décadas a uno y otro lado del charco.

Basada en uno de los muchos casos reales de pederastia en la iglesia católica chilena, esta mini serie (solo tres capítulos) nos pone los pelos de punta ante la impotencia de saber quién es el asesino y no poder juzgarlo. Porque la trama es de novela negra ya que hay un cadáver, denuncia social y una investigación policial. Todos los ingredientes clásicos del género.

El clima de asfixia moral está perfectamente reflejado por la escasa luz, los rostros de los protagonistas, la información del pasado con cuenta gotas, la luminosidad de los espacios en los que se consienten las vejaciones y abusos, los gestos de los culpables y encubridores, incluso la comisaría y los locales policiales. La violencia explícita casi es reconfortante.

Mucha gente conocemos casos de pederastia de la iglesia aquí, en España. Al ver esta serie es inevitable pensar en las víctimas que conocemos, entonces la indignación aumenta. No tiene sentido que todavía hoy, esta institución religiosa siga protegiendo a sus curas violadores, que todavía hoy haya sectores sociales que no le den importancia, que oculten e impidan investigaciones periodísticas y judiciales.

Cada vez que sale un nuevo caso a la luz, la semana pasada sin ir más lejos, la iglesia calla. Ningún obispo, cardenal o sencillamente sacerdote, hace declaraciones, reacciona o condena los hechos. Hay partidos políticos y asociaciones de abogados que lo permiten, siendo cómplices, favoreciendo la siguiente vez.

La serie refleja bien la necesidad de que haya una red poderosa para que este delito exista y se mantenga en el tiempo, es una red que extorsiona y amenaza. Aparecen escenas de esto cuando se intenta cerrar el caso en falso y, al final, cuando se le recuerda al protagonista su vulnerabilidad.

Una vez más, el cine chileno es ejemplo de buen cine.

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