lunes, 12 de agosto de 2024

SIN NOTICIAS DE GURB

 SIN NOTICIAS DE GURB

Eduardo Mendoza, Seix Barral, 2013

Se me habían acabado las novelas que llevaba para las vacaciones y, en una estantería de la habitación de los niños, en la casa de alquiler, encontré este libro de E. Mendoza que creía que había leído hace muchos años. 

No debía hacerlo porque por mucho tiempo que pase la historia de esta novela no se olvida. Es tan original e inverosímil que difícilmente se tendrán dudas de su lectura.

Extraterrestres en Barcelona, para las Olimpiadas de 1992. Escenario perfecto para que pueda suceder cualquier cosa, incluso que un par de alienígenas se mezclen con las personas autóctonas y convivan sin  problemas. Resulta tan ingenioso el asunto que no se sabe dónde empieza la ficción y dónde la realidad, quiénes son terrestres y quiénes no. Hay pistas para que no confundamos del todo lo que quiere narrar, con pensamientos breves, espontáneos, encriptados, pero con mucho humor y denuncia social de la época, aunque hoy también pueden hacerse alusiones perfectamente a nuestro estilo de vida, comidas, lugares de ocio, trabajos, transportes, clases sociales, relaciones personales...

La necesidad de los demás queda muy bien mostrada, hasta para conducir una nave espacial, pero el individualismo, el personalismo y oportunismo que significa el protagonista es más acertado aún. Por supuesto Gurb es el casi Godot que da sentido a toda la obra, sin moralidades, ni profundas ni superficiales, decide vivir como quiere hasta las últimas consecuencias. Este alarde de voluntarismo tiene sus riesgos que no todos están dispuestos a asumir, como el protagonista que se empeña en mantener una especie de dualismo imposible, o se habita en la Tierra o no.

La cantidad de personajes conocidos que aparecen en numerosas apariciones adoptadas por los alienígenas supone un humor ácido y crítico, marca de la casa, como los secundarios que pueblan el universo Mendoza, tales como personas de China que tienen negocios en Barcelona o clientes asiduos a los bares de barrio, gente que viaja en metro, porteras de edificios antiguos...

Ridiculiza saber datos inútiles que a diario nos procuramos como el estado de la mar o el hecho en sí de determinados horarios y rituales cotidianos. En realidad, ridiculiza bastantes aspectos de nuestra vida social que resulta absurdos a poco que nos pongamos a pensar, especialmente el consumismo incesante, ya sea de churros o de ropa, casas, decoración o electrodomésticos. No me imagino al autor si hubiera escrito este libro en la apogeo del móvil actual, puede que sus personajes hubieran sido totalmente diferentes.

Es muy divertida y excéntrica, cabal para estos tiempos de postureo máximo, en los que no tener noticias de alguien es perfecto para tenerlo siempre en la mente (o en el telediario, las redes sociales y otros programas de entretenimiento masivo).



No hay comentarios:

Publicar un comentario