TODO EMPIEZA OTRA VEZ...
¿Cómo encarar un nuevo comienzo sin novedades, sin respuestas a las preguntas abiertas antes de acabar el anterior curso, sin garantías de resolver los gravísimos problemas que se arrastran año tras año, sin las condiciones físicas ni humanas básicas cubiertas?
¿Cómo empezar desde la precariedad?
No es sólo el edificio, que es anti-todo en el más amplio sentido del prefijo, es la disposición de la administración a todas las escalas, desde el equipo directivo de turno, pasando por las delegaciones provinciales, la consejería autonómica y llegando al mismísimo Ministerio de Educación.
No es sólo el profesorado, es la selección y distribución de puestos, los criterios de interinidad, la formación exigida, las condiciones horarias y materiales que se les han atribuyen.
No es sólo el alumnado, es la diversidad, las ratios, la oferta educativa, los espacios que habitan o las posibilidades de atención mínima.
No son sólo las familias, es la comunicación poco fluida, malentendida, mal atendida, dificultades de conciliación, de confianza, cargadas de prejuicios, estereotipos, creencias e ideologías.
No es sólo el personal de servicios y limpieza, son sus condiciones laborales, sus derechos, sus espacios y tiempos que marcan las posibilidades del curso, la marcha, el ritmo, la calidad.
Salimos huyendo en Julio y regresamos arrastrando los pies en Septiembre.
Si al menos hubiera voluntad de escucha, si se quisiera atender un poquito las demandas educativas, si se le diera alguna importancia a la escuela, al instituto, si pudiera llegar Octubre con cierta calma y sosiego para trabajar dignamente...si supiéramos al empezar el curso cómo será la selectividad al acabar este mismo curso.
Lo peor es la cantinela desesperada de virgencita, virgencita, que me quede como estoy de la resignación de los países tercermundistas, de la asunción sobre un futuro peor, del convencimiento sobre que cualquier tiempo pasado fue mejor...así, se hace difícil empezar otra vez, se repite demasiado cada septiembre, la alienación ya no es suficiente, asamos a otro estadio de apatía: la indiferencia.
Y aún con todo, ahí estaremos con los brazos abiertos, disimulando energía y ganas disfrazadas de salir corriendo sin mirar atrás.
Pero, hay alguien que no lo ve así, aquellas personas que están empezando, que no saben. El profesorado joven, las familias jóvenes, el personal no docente joven, los políticos jóvenes no, estos ya tienen claro lo que hay a pesar de su edad, son de otro planeta...
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