miércoles, 4 de septiembre de 2024

TIEMPO DE CUIDADOS

 TIEMPO DE CUIDADOS

Otra forma de estar en el mundo

Victoria Camps, arpa, 2021


Gracias Álvaro, un gran acierto con este regalo.

El subtítulo es lo importante a la hora que comprender el contenido, es una otra forma de estar en el mundo lo que nos propone Victoria Camps para ser coherentes, con lo que sabemos y con la experiencia que tenemos, respecto a nuestro comportamiento y nuestro estar en el mundo.

Para entender bien su propuesta, divide la obra en capítulos sencillos, cargados de referentes teóricos de todos los tiempos, unos más clásicos y conocidos que otros, de diferentes campos como la ecología, medicina, filosofía, feminismo o el derecho, todos refiriéndose a la ética, además de la inevitable referencia empírica de la covid-19.

Desde la Introducción nos advierte de la necesidad de equilibrar, de una vez, razón y sentimiento (pág. 11), de hacer complementarios los valores de la justicia y el cuidado en las democracias actuales, de abandonar el patriarcado y los paradigmas que excluyen a las mujeres de la vida, como sujetos de derechos, no solo de deberes. Defiende una visión relacional entre las personas a lo largo de su existencia pasando por diferentes etapas, pero siempre siendo conscientes de esta íntima conexión con los demás, en todo momento, hasta entender que del modo en que establezcamos y practiquemos nuestras relaciones interpersonales depende la vida, la de cada cual y la del planeta.

Un trabajo invisible

El valor del cuidado. Desde la Modernidad y la división del trabajo, las tareas del hogar y los cuidados han sido invisibilizados para el ámbito de la economía, la importancia social, por no ser remunerados, por ser realizados por mujeres. Distinguir entre precio y valor, asunto económico donde los haya, supone despreciar lo auténticamente valioso.
Carol Gilligan, constantemente citada, distingue entre lo que motiva a un niño y a una niña a la hora de tomar decisiones en dilemas morales, siendo el cuidado y no la justicia lo que mueva a ellas y al contrario lo que mueve a ellos. Ambos valores son importantes, de hecho las políticas públicas que se han de encargar de la distribución de la justicia procurando los bienes mínimos a la ciudadanía, tienen que garantizar la salud como bien básico, lo que incluye, necesariamente, a los cuidados.

El sujeto que somos. La racionalidad y la autonomía (Aristóteles, Hobbes, Kant, Rawls, Habermas) caracterizan al sujeto desde la ética kantiana hasta el siglo XX, pero resulta reduccionista ya que no incluye los aspectos no racionales que lo componen. Los sanitarios han hecho de familia durante la pandemia, han curado y cuidado a la vez. Hay que repensar la división entre los ámbitos públicos y privados. Todos hemos sido, somos y seremos frágiles, vulnerables y necesitados, en mayor o menor medida, de los demás. Somos seres dependientes, animales (MacIntyre).

Cuidados indispensables

La perspectiva feminista. Como bien sabemos, las costumbres y las leyes no coinciden, aquellas no cambian aunque la ley lo exija. La cultura es la clave del cambio.

¿Qué significa cuidar? Joan Tronto será la encargada de responder al proponer cuatro actitudes en la práctica de cuidar, a saber, atención, responsabilidad, competencia y capacidad de respuesta. Así que hay que detectar necesidad y repartir responsabilidades, es decir, de lo privado a lo público.

La dimensión pública del cuidado. Aquí es necesaria la igualdad de género sí o sí. En democracia la equidad ha de estar garantizada como elemento imprescindible para poder considerarnos iguales. Hay referencias al cine de K. Loach en el que las personas son excluidas por el sistema político. Lo ejemplifica en el libro del doctor V. Montori La rebelión de los pacientes porque no hay tiempo para conversar en las consultas médicas.

Los espacios del cuidado

El cuidado en la familia. Hombres y mujeres nos tenemos que cuidar, ninguno tiene que hacerlo más ni menos porque cuidar es algo innato y también moral en el ser humano. Hume y su emotivismo al que le falta la justicia política en las democracias de hoy. El amor no lo puede todo.

El cuidado en la escuela.  En su función asistencial (ascensor social) y en la de enseñar comportamientos (respeto, fraternidad, delicadeza) porque es un lugar de relaciones, así que de confianzas y apoyos mutuos.

El cuidado de los dependientes. Las circunstancias nos hacen diferentes y tienen que flexibilizar los protocolos, generales, para cuidar de verdad a personas concretas, tenerlas en cuenta sin exclusiones.

Quién cuida a los cuidadores. La ética de quien cuida se basa en las relaciones e interdependencias que tenemos las personas, ya seamos las necesitadas como las que cuidan. La administración ha de protegerlas en un estado de bienestar, al hacerse cago de las necesidades que tenemos, ejerciendo sus responsabilidades democráticas.

La justicia y el cuidado

El cuidado contra la igualdad. Hasta hace poco se ha ignorado el valor del cuidado y se ha pensado que era cosa de mujeres, por esto no se ha universalizado como valor ético imprescindible, ni siquiera se consideraba un valor. Pero hoy, en las democracias contemporáneas, si practicamos el patriarcado dejamos de ser democracias, ya no es suficiente el legado de la modernidad (kantiano o utilitarista) porque justicia y cuidado se complementan, este último humaniza a la primera y no es una responsabilidad privada sino un deber universal.

El cuidado, más allá de la justicia. Gracias al valor del cuidado la práctica de la justicia es mejor. Hace falta una actitud cuidadosa en el trabajo de curar, de cuidar o de enseñar, en realidad en todos los que suponen relaciones humanas.

El cuidado y las virtudes. La razón y los sentimientos forman el tándem moral. "El comportamiento moral brota del sentimiento, que obviamente necesita ser ordenado y gobernado por la razón, pero que sin emociones no funciona" (pág.84).

La profesionalización del cuidado

El cuidado como trabajo remunerado. Empleadas del hogar, cuidadoras, amas de casa...cada vez vivimos más y necesitamos más de los demás, se ha de profesionalizar esta tarea, con salarios, derechos y deberes adecuados.

La medicalización del cuidado. El tratamiento de cualquier enfermedad debe incluir cuidados, no solo medicamentos. La medicina cura, previene, cuida y ayuda a morir. Es una cuestión de humanidad, aunque todavía predomina una perspectiva individualista, capitalista, que infravalora el cuidado que tiene que ser estimado social y económicamente, colectivamente.

El cuidado, más que una profesión. La actitud de cuidar implica ciertos atributos personales como la disponibilidad, solicitud, empatía, cercanía y afecto. Habría que invertir la lógica individualista, egoísta dando prioridad a la persona concreta que se cuida porque importa, nos importa, en la escuela, en el hospital o en la cárcel.

El único argumento

Una cuestión silenciada. Sentimos la vulnerabilidad cuando el cuerpo se resiente. Los rasgos del envejecimiento son el declive físico y mental, la búsqueda de rutinas y hábitos, el miedo a la muerte y al sufrimiento. No están presentes los ancianos en la sociedad.

Percepción personal del envejecimiento. La vejez se construye socialmente, como el género, afirmaba Simone de Beauvoir, la sociedad nos inculca cómo es la vejez. Se necesita estrechar lazos entre lo individual y lo social para que no se pierdan derechos ni la dignidad.

La construcción social de la vejez en el siglo XXI. Tenemos que aprender que la vida es un proceso hasta la muerte, sin dramas ni marginaciones según las edades. No tenemos en cuenta a los viejos, a las viejas, pensamos por ellos/as, planteamos actividades generalizadas por  y para ellas/os. Lo que sí hay que tener en cuenta es el sector sanitario, el político y el personal.

La autonomía de los mayores

Quiénes son "mayores". La estadística no sirve a la hora de poner normas porque generaliza y las personas somos muy diferentes. Los protocolos suponen seguridad a quienes los aplican pero pueden ser muy lesivos para quienes los reciben, así que debe haber excepciones constantemente y así las personas ejercerán su libertad, en el grado que puedan. Para esto han de tener salud, por lo que autonomía y dependencia pueden ser compatibles.

Cuidar a medida. El imperativo del cuidado consiste en preservar la dignidad de cuidador y cuidado, tal como observó Confucio primero y Kant después, esa regla de oro que tiene en cuenta a los demás tanto como a sí mismo. La compasión puede ser el germen de la ética.

Internados de mayores. El edadismo, la improductividad, el escaso poder adquisitivo, la ausencia en la publicidad de personas viejas, todo esto muestra la poca importancia social que tienen. El modelo neoliberal desconecta a las personas, la expulsa por lo que considerarnos fines en sí mismo, al estilo kantiano, podría mejorar la adaptabilidad inevitable por edad, en definitiva la comunidad que formamos los humanos.

Por una administración cuidadora y cuidadosa

El cuidado como valor público. Allí donde existen las relaciones humanas ha de estar el cuidado, así que debe considerarse un derecho universal, por tanto también un deber universal, garantizado por el Estado, una prioridad política. Las personas que lo ejerzan tienen que adoptar una actitud cuidadosa, hacer los cuidados bien, para no dañar la dignidad de a quien cuidan, ni la suya propia. Los funcionarios, servidores públicos, se tienen que implicar en la amabilidad, la confianza, la empatía y el respeto. La pandemia nos ha enseñado a no normalizar el crecimiento ilimitado y el consumismo desaforado que suponen descuidos a todos los niveles.

Ciudades cuidadoras. Hay que cambiar el paradigma y poner en el centro de las relaciones humanas los cuidados, sin mercantilismo de por medio, con supervisión pública, anteponiendo el bienestar personal a la burocracia administrativa que solo provoca problemas e invisibilidades.

Las virtudes del servidor público. Desde Aristóteles sabemos que son cosas de hábitos y costumbres, por lo tanto la educación es fundamental y la voluntad de mejorar. No basta con aprender reglas, principios, para llevarlos a cabo, se deben interiorizar con la práctica y autoexigencia, solo así las virtudes cívicas tienen sentido y resultan valiosas. Las más importantes son la confianza que se obtiene al ser escuchada/o, la empatía, la flexibilidad para ser atendidos concretamente no como una generalización o un caso cualquiera y la diligencia también porque si no el servicio público deviene en todo lo contrario un perjuicio.

Ayudar a morir

El miedo a la muerte. La sociedad cambia, los avances médicos también, y la visión que tiene la administración de la vejez es un error. Los fines de la medicina  pasan por aliviar el dolor y el sufrimiento y buscar la muerte tranquila.

Morir bien. No solo informar, hay que acompañar y ayudar a tomar decisiones. Cada persona tiene sus propias experiencias, intereses y deseos. La eutanasia significa bien morir, también requiere cuidados.

El debate sobre la ayuda al suicidio. El estoicismo ya hablaba de esto. Hume también lo hizo. Los cuidados paliativos y la ayuda al suicidio hacen del trance de la muerte "más liviano y pacífico".

Cuidar la casa común

Una ética menos antropocéntrica. Hans Jonas y su Principio de responsabilidad aparecen desde la primera línea. Es un asunto ético de primer orden tratar los peligros de las tecnologías para la vida en la Tierra. La mirada al futuro se hace necesaria para tomar decisiones en el presente, para favorecer los cambios positivos que permitan vivir dignamente, indefinidamente, en el planeta. Partiendo de la razón y la emoción (vamos cerrando el círculo), concretamente el temor, que nos fuerza a actuar de una manera u otra, se convierte en el deber. La bioética  resulta clave.

El ecofeminismo. Trata de universalizar un punto de vista asociado a los cuidados y a la unión entre razón y emoción, asociados al feminismo. Juntar las perspectivas medioambientales y feministas porque la degradación supone desigualdad, por lo tanto cuidar, no degradar el medio, traerá consigo igualdad de los sexos. Información y sentimientos, convicción racional y temor a las consecuencias, amor y responsabilidad.

El ecorepublicanismo. Entender la libertad como no dominación, de ningún tipo incluyendo a los animales y resto de naturaleza. Busca el bien común, personas con derechos y deberes, preocupadas por el planeta, conocedoras de la vulnerabilidad del medio, porque cuidarnos y cuidar del medio no es una opción sino una necesidad que ha de ser virtud, solidaridad.

El autocuidado

Cuídate o conócete a tí mismo. Foucault habla de conocerse hasta el punto de eliminar manipulaciones y poder ser libre. Sócrates antes, ya se posicionó dando a entender que conociéndonos nos relacionamos con los demás como queremos, examinándonos lo que pensamos, lo que hacemos, con el fin de vivir mejor personal y socialmente. Controlar nuestros apetitos y pasiones, tal como proponían los estoicos, sabiendo que el poder siempre está ahí, tratando de impedir buenas relaciones humanas.

Conocerse bien para cuidar bien. El cuidado es un principio de la conducta, en todos los ámbitos, familiar, escolar, laboral, asistencial, empresarial, administrativo, etc. va unido al reconocimiento de la vulnerabilidad y también de la dignidad, así somos sujetos morales, sujetos de derechos y deberes. La fraternidad y los DDHH como propuestas ineludibles.


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