miércoles, 18 de septiembre de 2024

DE VERDAD Y DE MENTIRA

 DE VERDAD Y DE MENTIRA

B. Labbé y M. Puech, SM, 2002


Por la edad, qué familia tenemos, de qué nacionalidad, sobre los deberes de clase, sobre los novios, sobre la comida o las notas, incluso sobre nuestro estado civil...estas son algunas respuestas de mi alumnado de secundaria cuando les pregunto sobre qué mienten o han mentido recientemente.

En la página 6 de este librito (17 por 12 cm.) se dice que la mentira tiene un gran poder, el de hacer daño de verdad. 

Parece que ningún otro animal puede mentir, que tenemos capacidad de comunicarnos normalmente diciendo la verdad, no estamos dudando de cada frase que escuchamos, que nos dicen o que decimos. "Todo el mundo supone naturalmente que lo que los demás dicen es verdad" (p. 9) si no no perderíamos el tiempo en hablarnos o escucharnos.

Antes de acabar, tras muchos y clarificadores ejemplos, se afirma que mostrar la verdad como si fuera mentira es peligroso (p.30), entre otras cosas, porque se mezclan y cuesta diferenciarlas, podríamos aceptar como verdad lo que es mentira y viceversa. Vivir engañados supone vivir mal, a veces resignados a condiciones de pobreza, de odio, de violencia y de injusticia que podrían evitarse.

La editorial que publica esta colección, sm: piruletas de filosofía, la propone a partir de 8 años.

Y estos días se está hablando de este asunto en el Congreso de los Diputados, lo que supone tratarlo también en los medios, así que las versiones, distorsiones y transformaciones sobre la verdad y la mentira se multiplican por doquier con resultados para todos los gustos. 

La casualidad ha querido que coincida con el comienzo de curso, justo cuando presentamos el nacimiento de la filosofía occidental, en la Grecia Clásica, pasando del mito al logos, es decir, criticando hasta abandonar la cosmovisión del mundo basada en los dioses, las supersticiones, las tradiciones para adoptar una nueva que persiga la verdad, aquello que pueda servir universalmente y no genere cambios constantes, algo que entendamos entre todos, que sirva para saber y no para opinar, un criterio, una base para construir un mundo mejor. Lejos de ingenuidades, siempre se discute porque resulta imperfecto lo acordado como verdad, aunque deberíamos tender a que cada vez fuera un poco menos imperfecto. De hecho, la epistemología ha contribuido con su propuesta de ciencia, una ciencia inacabada, provisional, mejorable y a la vez suficiente para estar un poco mejor.

Me sorprende que sorprenda la importancia de la palabra, de lo que decimos con ella, que haya noticias que en nombre de libertades no quieran tratar la diferencia entre verdad y mentira, aunque sea en sentido extramoral, parafraseando a Nietzsche.

Hace mucho que convivimos tranquilamente con algunas dosis de libertades, pero aceptar como normal el engaño permanente, la demagogia elevada a la máxima potencia una y otra vez, empieza a ser insoportable, incluso para una sociedad que no tiene mucho sentido crítico.

Resulta tan mentira lo que pasa por ser política actual que las palabras se agotan y conviene dar una vuelta al tema. A ver si sirve para contagiar algo de escepticismo y con él desprecio por los bulos y sus consecuencias crueles como la de Ayuso con la idea de crear un centro para hombres abusados por mujeres.

 




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