MACROGRANJAS, MACROVERTEDERO Y OTRAS BARBARIDADES CONQUENSES
A pesar de ser una de las provincias y capitales con menos habitantes de todo el país, nuestros gobernantes piensan y actúan a lo grande. Hace décadas hubo un alcalde que decidió gobernar la ciudad de acuerdo con un tratamiento administrativo de Gran Población, así disponía de más autonomía en la toma de decisiones al no tener que pasar por el Pleno municipal asuntos sobre servicios públicos y económicos.
Actualmente perdemos población cada año, hace tiempo que somos menos de 60.000 las personas que vivimos en Cuenca. Este dato supone para nuestros gobernantes hacer de su capa un sayo, usar los territorios de manera especulativa quitando servicios públicos. Con un puñado de estómagos agradecidos tienen suficiente cada campaña electoral para mantenerse en la poltrona y continuar con el desarrollismo particular y amistoso.
Nos han quitado el tren, cuya estación está en el centro de la ciudad junta a la de autobuses, impidiendo la comunicación interprovincial, la vertebración interterritorial y la autonomía personal de los habitantes conquenses, ya seamos funcionarios, estudiantes, trabajadores, jubilados o turistas. En los terrenos de RENFE se quiere construir vivienda aunque cada vez seamos menos quienes vivimos aquí. De hecho, hay bastante vivienda cerrada y faltan centro de mayores.
Nuestra tierra es pasto de lo macro, así que la contaminación medioambiental está garantizada, bien por los cerdos o bien por la chatarra. Casi lo ha sido también por los residuos nucleares, menos mal que la población, poca, se ha movilizado contra viento y marea durante décadas, apoyando los argumentos ecologistas en favor de la vida a corto, medio y largo plazo.
Desgraciadamente, los mismos intereses anticonquenses pueblan la administración regional que, a la primera de cambio, decide invertir en otras capitales antes que aquí, proponiendo para Cuenca macrogranjas, macrovertederos y macrohospital fuera de la ciudad, como ya hicieran con el AVE, a cinco kilómetros de Cuenca.
Podríamos afirmar que la España vaciada es pasto de la especulación de ciertas ideologías políticas, así que Cuenca, la ciudad encantada, pasará a serlo por ser fantasma...si no se remedia antes.
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