martes, 27 de agosto de 2019

LA LUZ VERDE DE IRATI





...y con la luz el musgo de las piedras, los troncos de las hayas, el agua de los arroyos incluso la piel se vuelve verde, un tono verde Irati que recorre cada bosque de los valles pirenaicos navarros, los occidentales, los que te llevan a Euskadi en un momento o a la Francia fronteriza de tantas luchas.

Con lo ojos inundados de verde Irati puedes ver las brujas de Zugarramurdi sin esfuerzos y las medusas de las cuevas de Urdax. Puedes pasear por el camino del Pantano de Eugi, que abastece de agua a Pamplona y acaba en un castañar milenario, junto al río Arga siempre risueño en pequeñas cascadas alegres y rítmicas.

Hay abetos que tienen ramas caídas pero no se caen por muy altos y rectos que crezcan. Comparten espacio con las hayas de tronco gris claro que ocupan mucho más que los abetos porque se extienden a lo ancho, no solo a lo largo, irregulares, sus ramas crecen en todas las direcciones sin orden ni concierto, salen a los caminos y te invitan a buscar el tronco del que nacen y no siempre es fácil verlo enseguida...te pueden enredar con los avellanos y los castaños que te distraen con sus frutos prematuros tan verdes como la luz y tan distintos a como los conocemos en las casas.

Hay paz natural, sin estridencias ni sobresaltos. Caminos casi todos llanos que despistan a cualquiera porque las referencias se repiten en la llanura, en el verdor, en el revuelo de los pajarillos y en el revolotear de las mariposas, algunas se confunden con las hojas.

Las flores de verano son moradas, blancas y amarillas. Algunas azules, las campanillas que no abundan, pero la mayoría están tomadas por abejorros grandes inquietos e impacientes yendo y viniendo de flor en flor que pronto será cardo seco, estéril y punzante.

Los caballos con sus cencerros, como ganados de vacas u ovejas, son ponis vascos que transitan sin miramientos por los caminos, las carreteras y pistas forestales como por su casa, la mayoría son marrones pero también blancos con manchas y algunos más oscuros, casi negros.

Todo lo reviste la luz verde de Irati...pacífica luz, invitación al sosiego y a la clama, a la curiosidad y a la aventura...luz verde de bosque denso, de selva pirenaica.

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