domingo, 11 de agosto de 2019

SUPERFICIALES ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?

Nicholas Carr, Penguin Random House, 2018 (primera publicación en 2010)


Seguramente cualquiera ha comprobado los efectos de Internet en su vida, la cantidad de cosas que hacemos y dejamos de hacer gracias a Internet. Estas acciones tienen su correlato en nuestro cerebro, no le resultan indiferentes a nuestro cuerpo, tanto es así que la dirección de la evolución humana está tomando tintes electrónicos (investigación e intervención médica, ambiental, energética o alimenticia) a gran velocidad...¿somos conscientes?

Cada vez que transformamos el medio nos transformamos. Así ha ido comportándose la evolución natural, todo lo que sucede afecta al medio en el que lo hace y por extensión a todo lugar al que llega aunque sea remotamente.

El autor expone con mucha claridad y ejemplos cotidianos cómo nuestro modo de pensar, de sentir y de interpretar el mundo se ve afectado por la tecnología hoy más que nunca porque somos seres más tecnológicos. Pero, tal vez, no hayamos reflexionado lo suficiente sobre este hecho corriente, que venidos asumiendo desde hace siglos. Hoy el poder que tiene Internet en nuestras vidas no es comparable con el poder de cualquier otra tecnología anterior y eso que los mapas, los relojes o la escritura fueron revolucionarios, tremendamente decisivos en nuestra organización social y en nuestra personalidad individual.

Se agradece lo bien escrito que está, no siempre un ensayo seduce y provoca seguir leyendo sin parar.

Estamos viviendo un tiempo dominado por máquinas que llevamos en el bolsillo del pantalón 24 horas al día, 365 días al año. Este hecho no pasa inadvertido a nuestra mente. Ahora percibimos todo de manera diferente, analizamos todo con unos instrumentos muy potentes y nos relacionamos con la gente de manera muy distinta.

Lejos de valorar o de juzgar el progreso y retroceso de las nuevas tecnologías, Carr plantea que la biología y la tecnología todavía no son lo mismo...¿hasta cuándo? Hoy las investigaciones más punteras trabajan en el campo de la biotecnología para ser aplicadas a ámbitos como la salud o la ingeniería.

Mi memoria y mis conocimientos ya no se ocupan de almacenar datos o de operar con cifras. Las conexiones neuronales que se derivan de ciertas acciones intelectuales ya no las practicamos y se convierten en otra cosa. La plasticidad del cerebro es grande y se adapta a todo lo que sea con tal de mejorar y satisfacer necesidades, "cuando un obrero que se dedica a cavar zanjas cambia su pala por una excavadora, los músculos de su brazo se debilitan, por más que él multiplique su eficacia. Un intercambio muy similar a este podría estar llevándose a cabo cuando automatizamos el trabajo de la mente" (pág.160)...avanzamos hacia la inteligencia artificial y ese avance ¿traerá debilidad de la inteligencia biológica?

Entonces, aparece el fantasma de las clases sociales. Claro, no a todo el mundo le llegan por igual los avances y progresos de la ciencia y la técnica. Seguirá habiendo desigualdades insalvables en lo que dura una vida humana.  La dominación, manipulación  y poder que generan las tecnologías estará al alcance de unos pocos, luego viviremos un mundo humano con inteligencias biológicas y artificiales como máxima diferencia social, económica...¿moral?

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