LUNANA: A YAK IN THE CLASSROOM
Pawo Choyning Dorji, 2019
Entré al cine buscando la fotografía del Himalaya, supongo que para sentir frescor en este verano infernal, aunque también buscando paisajes de la naturaleza a lo grande y me encontré las dos cosas en un argumento íntimo y social a la vez.
Bután es un país pequeño y un maestro butanés tiene un gran sueño que para poder cumplir necesita viajar. El director cuenta la vida del protagonista con muy pocas y sencillas imágenes, familiares, laborales y amistosas. Con estas cuatro pinceladas tenemos compuesta la figura principal, pero la película dura casi dos horas así que el argumento tiene que ir más allá y lo consigue porque llega a un lugar prácticamente inaccesible, a 4800 metros de altitud, Lunana, una aldea impresionante. Puede que ya no haya nada más allá.
Todo es la mínima expresión de lo que significan las palabras a las que se refieren, ya sea escuela o alcalde, sin embargo en Lunana cantan muy bien, sobre todo los pastores y pastoras de yaks. Esto es importante para entender las relaciones humanas y también los lazos con el pasado, con las montañas y con los animales.
Un alumno dice que quiere ser maestro cuando sea mayor porque "los maestros tocan el futuro". ¿En qué futuro estará pensando el niño de la aldea más lejana del mundo? aunque la pregunta sería, tal vez, ¿cómo ve un niño el trabajo de enseñar a los demás? Dadas las circunstancias rudimentarias para ejercer la docencia, la imaginación y las ganas, la actitud, tienen que hacer su aparición necesariamente. Podría decirse que es la supervivencia laboral la que ocupa el centro de la trama, eso sí, rodeada de un ambiente propicio y generoso en un espacio alucinante, no solo por el entorno natural...las niñas y los niños son espectaculares, sus planos los retratan de lejos y de cerca para poder saborear bien cómo son. A ratos conectas con el recuerdo de Ser y tener, el documental francés de 2002.
Es un canto a las vocaciones docentes de tantas personas en tantos lugares diferentes del mundo. Es un homenaje a una de las profesiones más necesarias y antiguas que tenemos los humanos, así vivamos en Lunana, Bután. La cultura autóctona con sus tradiciones y conocimientos, tan alejada a la de Occidente, resulta familiar y cercana, tal vez porque compartimos la costumbre de tener escuela...no somos conscientes del poder que tiene la educación para la vida, para la buena vida.
Preciosa película!!
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