¿Imaginas que le importas a alguien?
Imagina que le importas a alguien...¿Cómo sería esa persona? tendría tres o cuatro ojos para poder verte, más de un corazón para sentir algo por ti, muchas manos y brazos para tocarte, acariciarte y abrazarte alguna vez. Tendría varias bocas porque así con alguna te haría una mueca de complicidad y hasta podría sonreírte. Probablemente dispondría de un sensor super sensible que pudiera detectar vacíos emocionales, tristezas ocultas, llantos reprimidos y voces sin sonido, entonces se te acercaría, estaría a tu lado, al principio sin decir nada, solo estaría ahí, contigo, después te llevaría agua o algo calentito para que tus tripas empezaran a relajarse y tus labios a hidratarse, luego escucharía tu silencio, tus onomatopeyas y pequeños movimientos corporales y solo cuando tuvieras la calma suficiente para hablar te preguntaría qué tal estás, necesitas algo, con voz serena y empática.
No busques en la familia, sobre todo no lo hagas entre quienes están en tu casa, son incapaces de comprenderte, cualquier preocupación que tengas la verán pequeña al lado de las suyas, o se pondrán tanto en tu lugar que sufrirán más que tú cualquier dolor o malestar que les digas. No hay distancia adecuada para enfocarte, siempre aparecen distorsiones de todo tipo, por exceso o por defecto.
Hay profesionales que, por un módico precio, te hacen sentir que les importas, te convencen de que te ven y te oyen, te invitan a una nueva cita de duración programada, tal vez más barata si vas a repetir.
Pero puede que haya alguien, más o menos monstruoso, que te sirva. Tú misma, tú mismo, sí, con tus respiraciones y estiramientos pilateros, con tus minutos en la cama a oscuras, con la distancia suficiente del móvil, la tele y el frigorífico. Tú misma, llorona, temblorosa, insegura, humillada y avergonzada que termina por rendirse de tanto atributo depresivo y se calza las zapatillas para ir al estudio y escribir. Y pensar en interlocutores anónimos, sin rostro, que entenderán a la primera cómo te sientes, sin esfuerzos, porque es bastante frecuente sentirse como te sientes ahora, aunque no se hable mucho de ello.
Escribir y compartir lo escrito, como el mensaje en una botella.
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