sábado, 3 de junio de 2023

LUGAR SEGURO

 LUGAR SEGURO

Isaac Rosa, Seix Barral, 2022


Según avanzaba la lectura no podía dejar de pensar en la novela de Luis Landero Una historia ridícula por lo original de los pensamientos del protagonista que son ridículos y verosímiles a la vez.

Quien lee habla con su padre, con su hijo, pero sobe todo consigo mismo. Así te atrapa desde la primera página aunque la historia crece y crece hasta querer encontrar al viejo, vivo o muerto, y conocer, de paso, su lugar seguro

Podría leerse desde una mirada crítica a la sociedad capitalista, individualista, que se consume y autoconsume por momentos y que cualquier alternativa es engullida inexorablemente por el omnipoder del mercado sin escrúpulos. Hay una visión humanista, esperanzadora de estar en el mundo que se muestra débil, ridícula e inútil, como una moda pasajera que no consigue muchos seguidores pero que, en el fondo, es una propuesta inteligente, justa y nada utópica.

Este carácter de presentar lo bueno como extravagante, grotesco, resulta un juego de argumentos sólidos para la transformación real de la sociedad, para  resolver problemas reales como la soledad de los mayores, los cuidados, la contaminación, la alimentación, la salud mental, los trabajos, la recuperación de los barrios, del significado de vecindad, de ser parte de algo que se construye entre todos. En realidad, mientras se ríe de la idea la está dignificando, mientras la expone como botijera la plantea viable, sensata, un horizonte al que dirigirse. Este no pero sí es un ingrediente permanente en toda la obra, cuando se centra en las relaciones con el  padre resulta divertido, inteligente, familiar, ridículo pero verosímil. Cuando lo hace respecto al hijo parece cómico, atrofiado pero sensiblemente paternal. Cuando escribe sobre el sistema es sencillamente magistral, argumenta y contraargumenta con gracia, con experiencias conocidas o fácilmente reconocidas, con casos parecidos, con una descripción de los nuevos ricos españoles detallada y exquisita.

Ofrece un punto de vista social ingenioso, a propósito de un par de días en la vida de los Segismundo García. Cuenta el periplo de un hombre que, desde lo más bajo, se sube al ascensor social hasta la cúspide de la que cae al peor de los fangos y su hijo, fiel, le rescata arrastrándose con él, cayendo más bajo, llevándose por delante la infancia y adolescencia de su propio hijo.

Por supuesto aparecen críticas al machismo, al racismo y a la xenofobia porque es una novela realista, un espejo de nuestra cultura actual, un retrato costumbrista de ideas y sobre ideas tejiendo una maraña absurda que es la vida persiguiendo a la vida y mientras lo hace se autodestruye. 

Empieza con una situación ridícula que nos sitúa en el nivel de esperpento del que solo se puede salir leyendo hasta el final, captando el sentido en cada nueva página, encariñándote con el personaje en cada nuevo disparate o idea ocurrente que unas veces dice y otras solo piensa.

Isaac Rosa escribe tan bien que se lee muy fácilmente aunque el contenido sea complejo, dual, metafórico, cínico, despiadado y, a ratos, tierno y sensible como la mirada de Yuliana, personaje clave para que el planteamiento de la obra funcione. Es muy inteligente, divertida, crítica, dramática y optimista, qué más se puede pedir.

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