SOBERANAS
cosas de mujeres
El feminismo es lo que tiene, que aunque no me guste el fútbol, puedo sentir los logros de la selección como auténticos hitos del deporte nacional. Su victoria es la de una sociedad que vence la cultura machista, que mete goles al negacionismo de la discriminación, de la violencia de género, de la desigualdad, de la segunda categoría, de la minusvaloración, porque las mujeres en el deporte rey demuestran con su saber y hacer que todavía estamos discriminadas, nos violan en todos los sentidos por ser mujeres, nos tratan de manera diferente, nos consideran inferiores y nos hacen de menos en muchos ámbitos de la vida, individual y social, exigiéndonos imitar modelos masculinos que son de épocas antidemocráticas si se nos ocurre hacer algo que ha estado dominado por ellos.
Ahí están ellas, que somos un poco todas nosotras. Seguirán si cobrar lo mismo que los hombres, sin tantos minutos en los medios, sin estar en boca del alumnado en los patios de recreo, pero en días como hoy demuestran lo que hay, lo que es, para todo el mundo, así de sencillo, sin trucos ni maquillajes, sin disimulos ni eufemismos, su práctica deportiva es buena, muy buena, ojalá consigan más para que esto que han hecho hoy no sea flor de un día, no sea la anécdota del verano del 23, porque para que a las mujeres se les reconozca su valor hace falta ser extraordinarias durante mucho tiempo. Es otra liga, la de la exigencia máxima contante y esto es tan real como la victoria de anoche contra Países Bajos.
Celebro que la radio, la tele e internet dediquen fotos y textos a las mujeres del fútbol. En realidad lo hacen a las mueres sin más aunque no lo sepan, aunque no quieran, aunque sean machistas, conservadores y negacionistas. Cuando una mujer tiene cobertura en su disciplina, la que sea, se convierte en un altavoz de la igualdad, de la oportunidad, de la voz de millones de personas de todas las edades. Podemos estar de acuerdo o no con ella, insisto en que a mi el fútbol no me gusta, pero es ella la referente, se ve, se escucha, se tiene en cuenta, importa.
Cada persona somos un mundo, cada mujer, cada hombre. La cultura que segrega, que desprecia a las personas tiene que ir acabando porque no nos sienta bien, porque nos hace daño como sociedad, porque contradice cualquier atisbo de justicia, de democracia y de bienestar. El deporte importa en las sociedades del bienestar, tener éxito en él es todo un síntoma de progreso entendido en el buen sentido, en ese sentido que indica que todo el mundo debería poder disfrutar de la práctica deportiva viva donde viva, de la vida saludable, del juego, de formar parte de un equipo, de ser considerado alguien.
La salud mental está apareciendo junto al deporte porque deportistas de élite se toman un tiempo, se retiran de las competiciones, renuncian a los circuitos ligueros y simposios internacionales al sentirse mal. Su vulnerabilidad les hace personas más humanas, cercanas y entendidas, merecedoras de todo el respeto y todos los cuidados para recuperarse, para sentirse bien consigo mismas y con los demás.
Hay muchos factores de riesgo que enferman nuestra salud mental, y qué duda cabe que los malos tratos son uno de los peores. Ser mujer deportista supone malos tratos, brechas de género intolerables. Así que ahora en España este éxito del fútbol femenino lo vivimos como un antídoto, una vacuna, ¡¡un gustazo!!
Pienso en mis alumnas futbolistas que nunca me piden salir antes de clase porque tienen competiciones, mientras que mis alumnos futbolista lo hacen con frecuencia...
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