ARAGÓN NO ES EL CONGRESO
Palacio de la Aljafería, Cortes de Aragón, Zaragoza
Los medios de comunicación no dejan de transmitir que los pactos de PP-VOX derogarán la Ley de Memoria Democrática en Aragón, entre otros acuerdos de investidura entre las derechas españolas, franquistas, católicas, privatizadoras, mentirosas, derrochadoras, intolerantes, violentas, machistas, en definitiva favorecedoras de las élites empresariales familiares y afines, siguiendo fielmente la estela dictatorial, aprovechándose de la democracia pero impidiéndola a la vez.
El caso es que las Leyes se aprueban y derogan en el Congreso de los Diputados, Madrid. En ningún otro lugar se puede hacer estas cosas. De momento es así, se pongan como se pongan los medios de comunicación, ya que PP-VOX no creo que quieran decir la verdad, parece que tienen más poder si allá donde gobiernan se habla con posibilidades de Estado, en donde no gobiernan. Lo hace Ayuso cuando, en sus competencias de presidenta de una comunidad autónoma se equipara con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España. Ahora desde Aragón los titulares hablan de derogar leyes como si fuera comparable un parlamente autonómico con el nacional.
Esta confusión atiende a crear vulnerabilidad en las instituciones estatales, a despreciar el Congreso de los Diputados, a minusvalorar al Gobierno para fortalecer a los partidos que, en coalición casi siempre, ocupan las autonomías o ayuntamientos.
Solo cuando PP-VOX consigan gobernar el país, ojalá no suceda nunca por el bien de la mayoría, volverán a usar bien el lenguaje institucional y tal vez la prensa también les siga. Aunque a este paso, el bombardeo de eufemismos y florituras lingüísticas es tal que poca gente sabe ya distinguir a quién compete qué servicio público, de dónde salen los presupuestos para qué cosa. El ejemplo paradigmático ha sido los servicios sanitarios en la comunidad de Madrid durante la pandemia. Casi nadie responsabilizaba a Ayuso de la pésima gestión y, por contra, casi todo el mundo lo hacía a Pedro Sánchez. Y este caso ha calado hasta la médula, así que PP-VOX sigue usando la estrategia de inculpar al Gobierno de todos los desastres autonómicos de sus competencias y responsabilizarse solo de logros y beneficios propios del Gobierno. Así han obtenido unos resultados electorales inmejorables, sí, lo son, por poco no gobiernan el país entero.
Lo que hará la derecha en Aragón será no destinar dinero público, la cantidad que esté en su mano, al cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática, pero la Ley no se deroga a menos que el Congreso de los Diputados lo haga.
Está claro que esta coalición hará todo lo posible por beneficiarse, fortaleciéndose a costa de nuestros impuestos que se llevarán a sus bolsillos, aquí o en paraísos fiscales, solo tienen que imitar a su amigo el emérito, mientras bordean el límite de la legalidad respecto a sus funciones. Para ello mentirán y mentirán sin escrúpulos como en CyL o Extremadura o ahora también en Aragón, usando un lenguaje impropio, erróneo, que confundiendo a la ciudadanía les facilita el poder popular y administrativo.
El fin justifica los medios para esta peligrosa coalición franquista, que también han pactado eliminar la ideología de la educación, algo que cualquiera, sin ser muy listo, entendería como ridiculez absoluta puesto que por definición cualquier ley se basa en unos principios ideológicos que marcan los objetivos y directrices para su cumplimiento. Pero lo que pretenden hacer es difundir que pueden, aunque no tienen poder, cambiar leyes nacionales. Lo mismo con otras leyes y derechos nacionales.
Qué ironía, el partido que quiere eliminar las Autonomías en favor del Estado está consiguiendo eliminar el Estado en favor de las Autonomías, al menos así lo escribe, lo dice y lo difunde por doquier la prensa y medios de comunicación de todo tipo.
El lenguaje tiene mucho poder y ellos lo saben, si además manejan a quienes controlan el lenguaje podemos augurar una sociedad inculta y manipulada, gobernada por las derechas franquistas en pleno siglo XXI, me temo.
Todavía se está a tiempo de impedir un mal mayor si se consigue aglutinar a los partidos antifascistas en torno al PSOE, que sin ser lo ideal es lo menos malo que tenemos a mano.
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