GUGGENHEIM, BILBAO
Agosto, 2023
Con Núria.
A parte de las obras de la colección permanente, a destacar R. Serra con La materia del tiempo, este verano se puede ver Yayoi Kusama, Desde 1945 hasta hoy, Oskar Kokoschka, Un rebelde de Viena y Lynette Yiadom-Boakye, Ningún ocaso tan intenso, a cuál más interesante...
Quienes estamos lejos de Bilbao cuando vemos el Guggenheim nos sentimos impresionadas, cada vez que lo vemos, desde cualquier perspectiva (en la foto desde la otra orilla de la ría), y nos quedamos un buen rato mirando el color del titanio, sus variaciones según la luz del sol, que también es la del agua de la ría y las nubes del momento. Cuando entramos todo se torna caprichoso e inesperado. Cuesta imaginar cómo será un edificio por dentro siendo así por fuera, pero cuando se habita las sensaciones de grandeza, de altura, de profundidad, van y vienen en las salas, los pasillos, los ascensores y ante las obras que se muestran (esculturas y montajes variopintos, unos permanentes y otras efímeros) en los numerosos recovecos y espacios dentro y en la terraza.
He vuelto a perderme entre las obras de R. Serra, ya sabes, primero se confunden los ojos y después te desorientas, aunque ya lo sabía. Es muy valiosa la explicación en Didaktika y las maquetas ofrecen una explicación muy accesible.
Reconozco que el arte contemporáneo está asociado en mi cabeza a la escultura y el uso inusual del espacio con objetos, luces y textos de todo tipo. Esto es lo que se puede ver en las enormes salas que contienen a las artistas arriba mencionadas, consiguiendo que te pares y des vueltas sobre una flor, un nervio, unas algas o unas calabazas.
Los cuadros de Kokoschka son muy reveladores al estar parte de toda su trayectoria, cronológicamente presentados. Los autorretratos enseñan bien la evolución en sus etapas, lugares, influencias y compromisos civiles. Probablemente Autorretrato de un artista degenerado de 1937, óleo sobre lienzo, sea el que más visitas reúne dada la importancia política que tuvo. La respuesta e iniciativa que algunas personas del mundo del arte practican ante hechos atroces como el nazismo es un signo de esperanza siempre, de sensibilidad e inteligencia hacia lo que no debemos consentir lo haga quien lo haga, en cualquier latitud del planeta.
Si podéis dar una vuelta por Bilbao entrad en el Guggenheim y abandonaos a los sentidos, si puede ser en compañía mejor...sienta muy bien, ¡excepto para el bolsillo!
Interiores:
No hay comentarios:
Publicar un comentario