miércoles, 18 de octubre de 2023

ANOCHE FUE OLIVA

 OLIVA

Teresa Valeriano (texto) y Pepa pedroche (dirección)


Anoche fue Oliva en el Auditorio de Cuenca y en muchas cabezas se ha quedado una temporada.

Cuenta Teresa, la autora del texto, que cuando no tiene de dónde sacar se lo inventa, siendo coherente con lo investigado y probado que ha ido recopilando de las bibliotecas, además de escribir un contexto de partida personal, autobiográfico aunque compartido, desgraciadamente, por muchos, como la reclusión en tiempos de pandemia, de covid, que ella utilizó para saber  e imaginar o para imaginar y saber, a veces el orden de los factores no altera el producto como en este caso, creo.

El trabajo de estudio y escritura se vio trastocado por la dramaturgia y dirección de Pepa Pedroche hace año y medio, y desde entonces no para de saltar de un escenario a otro por nuestra región, fuera de ella y se prepara para llegar hasta Italia, por elección del Instituto Cervantes, en el próximo mes de noviembre.

Al salir del teatro una alumna me comentaba que había estado muy bien la vida de Oliva pero que ahora tendríamos que saber sobre su libro, el contenido científico y filosófico de su obra que le supuso la negación de su autoría y su olvido histórico. Solo por esto ya mereció la pena llevar al alumnado de Filosofía al teatro para ver Oliva.

Pero hubo más motivos, artísticos, históricos, de justicia social y de valía intelectual. Para empezar me resulta valioso que una escritora, encerrada en casa por un virus mortal, decidiera escribir sobre una mujer del siglo XVI de la que hay poca información, para denunciar que las mujeres sabias, las de ciencias y filosofía, sufrieron en la época de la Inquisición como pocas al tener que renunciar a la autoría de sus trabajos, a la defensa de sus ideas y someterse al olvido crudo de la historia. Mujeres olvidadas por desconocidas.

No sabemos cómo fue, pero sí cómo pudo ser. La directora, al presentar la obra en el IES Pedro Mercedes, lo hace diciendo que es una de ciencia ficción. Tal vez no quede más remedio que coger esta vía para acceder a la verdad cuando se trata de mujeres que contradicen a los hombres, que tienen ideas propias que no coinciden con la tradición, que saben y dicen las cosas de manera diferente a las convenciones admitidas, que disienten, que dicen no, que abren posibilidades insospechadas para su tiempo. Puede que sea a través de la ficción como sabemos quiénes somos y quiénes son los demás. Para D. Hume se necesita memoria e imaginación para aproximarnos a la idea de yo, cambiante, porque no permanece ninguna sensación sin cambios mucho tiempo. La diversidad como algo natural, incluso en la identidad del ser humano. La imaginación puede ser la vía del saber.

Cuando los cambios vienen de la cabeza de una mujer siempre se cuestiona, siempre se le quita valor. La palabra de una mujer hoy también está en entredicho si habla sobre sus relaciones con su pareja, con su jefe, o con cualquier otro hombre, incluso cuando siendo catedrática de Economía gana el Nobel por sus estudios sobre brecha de género. Pocos telediarios entrevistan a Claudia Goldin.

Sigue habiendo asuntos que incomodan si los dice, o escribe una mujer, si lo muestra en fotos, en el cine, o cualquier otra forma de expresión artística. Lo comprobamos en cualquier museo al leer las cartelas de las obras y ver que la inmensa mayoría son de hombres, como los libros de los estantes de las bibliotecas, como las películas, las canciones o los espectáculos deportivos.

La ficción y la realidad se complementan en todos los órdenes de nuestra vida, individua y social, y en esta obra resulta una combinación necesaria por la crítica que conlleva, por la denuncia actual del patriarcado, por la defensa de la igualdad de oportunidades, igualdad de voces, de autoría de creaciones.

Platón proponía dos niveles en la educación de la polis para que la ciudadanía pudiera vivir mejor porque el Estado, para el griego, tenía funciones morales. En el primero tanto hombres como mujeres debían estudiar hasta los veinte años, gimnasia y música, para conseguir un cuerpo sana y buen carácter. A partir de ahí, cada cual estaría en disposición de dedicarse a producir, a defender o a gobernar. Principio de igualdad negado hasta nuestros días. Tal vez por esto todavía el Estado no es justo ni la ciudadanía feliz.

Anoche Oliva nos hizo un poco felices al mostrarnos que el teatro sirve para saber, para entendernos, para cambiar las injusticia del poder político, religioso y sus efectos inmediatos e inevitables de desdicha en la ciudadana Oliva, sirve para no repetir errores históricos perjudiciales para todas las personas. Un libro enorme, omnipresente, representó la posibilidad, la novedad, unas veces perjudicial y otras inevitable, de saber, de crear, de innovar, de ser una misma. El libro como puerta de salida y de ruina, de esperanza y desdicha. Iluminado, transformado en la mente de la protagonista, dando sentido al mensaje. 

Los personajes iban y venían en el tiempo y en ese viaje nos dejaban palabras y emociones perfectamente transmitidas por el elenco actoral, acompañados de la oportuna música y vestuario del Siglo de Oro español. Buen montaje, también, de la productora Al amor de la lumbre.


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