viernes, 20 de octubre de 2023

REBEL

 REBEL

Adil El Arbi y Bilall Fallah, 2022


Esta semana Cineclub Chaplin, Cuenca, ha proyectado la película coproducida por Bélgica, Luxemburgo y Francia, ambientada en las calles belgas y las bombardeadas sirias, sobre la guerra que los fundamentalismos islámicos y los intereses económicos están protagonizando en Siria. Es de lo más actual, y tal vez por ello, insoportable. Contiene escenas de una dureza difícil de ver como torturas y violencia humana sin límites de ningún tipo.

Cuando pongo la tele y veo noticias sobre la franja de Gaza pienso en esta película. Las personas que aparecen en el telediario podrían ser las mismas que los actores de la película, los lugares también, el estado de las calles, de las casas, de los hospitales, de las posibilidades de vida de pequeños y mayores, la inexistencia de las condiciones mínimas de dignidad se parecen tanto.

La película se queda en nuestra retina, favorecida por la industria del cine, sus efectos especiales, la música, la historia, los actores, las técnicas creativas y artísticas. Los telediarios están ahí, mostrando lo que las cámaras recogen sin efectos especiales, sin música, sin historias ni actores, sin técnicas artísticas ni creativas, simplemente están ahí.

Cualquier poder que se impone con la violencia destructiva de las armas implica también y necesariamente ocupar las mentes de las víctimas, que no solo lo son sus enemigos sino sus propios defensores y partidarios. Este lavado de cabeza que tan abiertamente se recrea en la película debe estar pasando ahora misma en Israel y Palestina. Los grupos terroristas sionistas y de Hamas, violentos por definición, utilizan a niños, mujeres y jóvenes como mercancía para conseguir sus objetivos, usan a las personas como medios armas de destrucción masiva, en todos los ámbitos, por dentro y por fuera, sus cuerpos y sus mentes.

Los niños soldado que conocíamos por las guerras africanas son una práctica cotidiana en Bélgica y en Siria, según la película y deben serlo en el Mediterráneo Oriental. Captar, capturar mentes, mediante la violencia para garantizar una vida de sufrimiento y dolor incurable al servicio del horror más inhumano.

No estoy hablando de cine esta vez, con esta película en estos momentos no me sale. Tengo alumnado de cultura árabe, inmigrante, que puede radicalizarse también aquí, entre nosotros, y me viene a la cabeza la madre de los protagonistas hablando con el colegio, la policía y las instituciones políticas de Bélgica sin conseguir nada de nada.

Qué importancia tiene la educación en la tolerancia y el respeto por las creencias, pero mucho más en el conocimiento y práctica de los Derechos Humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario