CHINAS
Arantxa Echevarría, 2023
Cuando ves la película entiendes que el cartel no puede estar mejor elegido ni ser más representativo de la trama. Las letras en vertical, la comida como elemento cultural diferenciador donde los haya, niñas totalmente distintas y expresiones de emociones también muy diferentes.
Echevarría lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a mostrar en la gran pantalla la trastienda de la vida cotidiana en las casa y calles de muchas ciudades españolas, con todo su colorido y matices que no se aprecian a simple vista.
Hay varias películas en cartel con protagonistas menores de edad y las estoy viendo casi seguidas, lo que hace que valore mucho más el trabajo del cine, de las actrices niñas, en este caso, y de las dirección. Creo que tiene mucho mérito conseguir este resultado, imagino el tiempo de diálogo, de juego, de camaradería que hay detrás y de cansancio, agotamiento e impotencia que, a ratos, hayan sufrido. Desde aquí mi admiración y reconocimiento.
El barrio de Usera es conocido como la mayor comunidad china de España, es el Chinatown madrileño, lo que hace que ya sea especial, así que la película que no sale del barrio, para quienes no vivimos en él nos resulta atrayente por exótica, rara, poco usual. Pero rápidamente empatizamos con la historia porque la protagonizan niñas, esta es la clave. Podemos sentir lo que viven las niñas en cualquier lugar del mundo, tal vez porque la infancia es esa etapa de la vida que tanto nos marca y tan presente la tenemos después aunque no seamos muy conscientes de ello.
Tres niñas nos enseñan sus ideas, deseos, presentes y miedos en el colegios, en casa, a través de juegos, de la ropa, la comida y sus familias. Toda su circunstancia vital se puede enseñar, hasta su intimidad más remota la vemos y la juzgamos.
Con esta transparencia en pantalla grande podemos apreciar el racismo, el machismo y la pobreza a las claras, especialmente las consecuencias de todo junto en quienes los padecen. Son males sociales, todos, que mantenemos con bastante insistencia a pesar del horror que suponen en las víctimas.
Los adolescentes y adultos de la película son imprescindibles para poder abordar bien el mundo de la infancia de las tres protagonistas, ya que entre todos, completan el puzle de nuestra sociedad multicultural y la actitud más frecuente en ella que es el etnocentrismo, todavía hoy. La sensibilidad y respeto a las diferencias no es algo que nos sobre, el dialogo desde la igualdad ni aparece y el aprendizaje de lo diferente solo si se come y genera dinerito.
Resulta muy esclarecedor las escenas del mundo adolescente. La directora parece que se toma mucho interés en él porque nos enseña aquello que sabemos y no queremos saber, ahí están los roles de género bien marcados y exigidos si se quiere sobrevivir.
Para quienes nos dedicamos a la docencia en colegios e institutos más de una escena nos va a recordar a nuestro alumnado, incluso le podemos poner nombre, español y chino.
Sin ser secundario el dram de la adopción aparece en el momento crítico de la toma de conciencia de la familia, la madre y el padre parecen que son conscientes de que han adoptado y la niña de que es adoptada en el preciso instante en que los enfoca la cámara. Esto, el hecho de introducir personajes e historias a medias de algo fundamental en sus vida es una efecto cinematográfico muy interesante y resulta un punto de fuga para darle a la historia matices extras. Como si se quisiera abordar el asunto de la convivencia de personas chinas en España desde todos los casos posibles, acotándolo en la infancia.
El guion está plagado de expresiones coloquiales, acompañado de buenas interpretaciones y escenarios muy familiares, desde el chino de cualquier barrio, al instituto o colegio de casi cualquier barrio también. La trama respeta las diferencias y las enfrenta en un contexto totalmente real, consiguiendo el nexo deseado con el público. Supongo que poca gente saldrá del cine diciendo que ha sido un rollo o no le le ha gustado nada porque contiene una mezcla de momentos vitales lo suficientemente personales como para reconocernos en alguno, y esto nos gusta, yo diría que es el ingrediente necesario para ir al cine y repetir.
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