CORAJE DE MADRE

 CORAJE DE MADRE

George Tabori

Ayer, en el Auditorio de Cuenca, se representó Coraje de madre, dirigida por Helena Pimenta, con buen reparto y puesta en escena, por muchos motivos pero sobre todo porque transmitieron muy bien lo sucede. El teatro que sube al escenario la realidad es valiente, ya que no es fácil hablar de hechos recientes, y necesario puesto que olvidamos con facilidad lo que ha pasado incluso lo que nos está pasando. La obra de ayer lo fue.

Un hijo cuenta un episodio en la vida de su familia, concretamente lo que le ocurrió a su madre un día en que la deportaron a Auschwitz y acabó jugando a las cartas en casa de su tía en Budapest. Casi resulta cómico si no fuera por el drama que supone el nazismo, la violencia, la crueldad extremas.

Pere Ponce no escatima gestos ni tonos para expresar lo que su madre vivió en esa jornada. Carmen del Valle interrumpe a su hijo matizando, para minimizar por vergüenza o ingenuidad, la gravedad de lo sucedido, introduciendo cierto humor en la monstruosidad nazi, tal vez para poder sobrellevar lo que vivió, lo que recuerda o lo que decide contar.

Con gran ingenio se nos muestra un pedazo de historia que ofrece otra arista más del terror, abusador sin límites, de todos los fascismos ocurran donde ocurran. Especialmente sintomática es la escena del vagón de ganado alemán que transporta judíos al campo de exterminio, lleno hasta los topes, cuerpos tan juntos y mezclados que aparecen manos y otros miembros varoniles en los pechos y otras partes femeninas de la propia madre. El abuso sexual en forma de consuelo o despedida de la vida. Terrible.