SALA DE PROFESORES
Ilker Catar, 2023
Por curiosidad, cuando se estrena una película sobre educación, que transcurre en un centro educativo con protagonistas haciendo de profesorado, alumnado y familias de estudiantes, acabo viéndola, aunque sea ficción, tengo la sospecha de aprender algo de nuestro propio sistema educativo actual, del que formo parte desde que tengo memoria ya que fui alumna de la la pública y soy docente en ella.
Probablemente el director se instaló en un instituto alemán, tal cual, para rodar la película. Parece el escenario más creíble, posible e idóneo para la historia que cuenta. Sus personajes tendrán vida fuera de las aulas pero la dejan ver en pocas ocasiones, creando un atmósfera interna irrespirable, literalmente, a ratos, algo endogámico, insano, pero a la vez como transcurre de un modo lógico no se aprecia ese aislamiento que impide ver las cosas con perspectiva hasta prácticamente el final. Y el ambiente es la clave, cómo cada persona contribuye con sus frases, sus gestos, sus decisiones. La directora, los adjuntos, el profesorado, las administrativas, el alumnado y las familias, toda la comunidad educativa en un micro clima propio, con sus valores y normas de convivencia, con sus culturas (es Alemania hoy) y sus economías, con sus metodologías pedagógicas, sus recursos educativos y sus prejuicios, estereotipos e iniciativas personales.
Es un fragmento de realidad aumentada sobre un asunto menor que crece y crece, como en las buenas películas, hasta estallar en un final original. Los dilemas van surgiendo casi sin querer, en la clase, en la sala de profesores, en el gimnasio...el centro entero es el lugar perfecto para tramar y llevar a cabo cualquier idea, será por ideas en un instituto, y para que sean expuestas desde mil miradas distintas. Cada par de ojos que puebla las estancias trae consigo una perspectiva posible, lo que enriquece la propia, la de quien la ve en la sala de cine que nunca prevé todas las que se dan.
El elenco hace muy verosímil incluso lo que a priori no lo es. Las estrategias pedagógicas sobre el respeto y el valor del alumnado son envidiables, los ejercicios de matemáticas y educación física los mejores y más adecuados para la etapa educativa del alumnado, por esto, a la hora de resolver los temas disciplinarios se tiene que hilar muy fino para no caer en todo tipo de trampas que ponen de manifiesto la fragilidad del sistema, la identidad de una cultura que se ve reflejada en su sistema educativo. Tal vez sea solo una cuestión humana, sin más.
Todas las frustraciones, propias del gremio, van surgiendo en el cuerpo de la profesora, en su cara, en sus palabras, se las lleva al baño, al aula, a los despachos y a la dichosa sala de profesores, presentada como un mundo aparte que, sin embargo, es el mundo real, el más real de todos los que se puedan dar porque quienes enseñan también son familias, trabajadores, creyentes, migrantes, precarios en muchos órdenes de la vida, maniáticos... en fin, causas y efectos de todo lo que mueve la vida y así lo transmiten donde quiera que estén incluida la sala de profesores, con su café, sus cuadernos, sus portátiles...
Me gusta reconocer lugares comunes como el cubo de rubik o la mano levantada para intervenir, la distancia del equipo directivo y lo irreverente de los gustos adolescentes, incluso su mala educación o directamente violencia dirigida contra alguien, caiga quien caiga ¿universales?, también me disgusta.
Aunque no se sea docente, merece la pena asomarse a un trocito de la Europa que entendemos bien.
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