CUADERNO DIGITAL
¿Qué tienen en común una lechera, un hortelano y un pescador? que suelen vivir en el mundo rural, a veces llamado España vaciada, pero además que se ponen delante de una pantalla digital para anotar datos y datos (cuántos se inventarán) y enviarlos a organismos, nacionales e internacionales, que no conocen ni les ponen cara, sobre su trabajo en sus campos, con sus animales o en plena mar. Resulta un extra para sus vidas de por sí bastante ocupadas, en constante transformación, que les exige tener unas capacidades y herramientas poco intuitivas, innecesarias y muy ajenas, que poco o nada contribuyen a mejorar su calidad laboral, es decir, su calidad de vida.
No estoy en contra de las tecnologías que favorecen el bienestar en cualquiera de sus formas, ya sea en medicina, que es el ámbito en el que se comprueba de manera más clara, como en agricultura, ganadería, pesca, educación, transporte, urbanismo, ingenierías o comunicaciones. Pero, como tantas cosas, han de contextualizarse para resultar eficaces y no ser un elemento hostil. A veces resultan simplemente burocráticas, es decir, tareas inútiles para sus autores, absorbentes de tiempo y energía, caras, exigentes de luz y destrezas, lo que multiplica sus inconveniencias.
A nadie se le ocurriría afirmar que podría vivir mejor sin los progresos tecnológicos, a nadie.
Veo a mi médica de cabecera consultar los datos de mi historial médico cada vez que voy a su consulta y así sabemos de dónde partimos, pero usar el ordenador en su caso no debería agotar los cinco minutos por paciente que tiene que dedicarme. Así es como no se contextualiza el progreso de las tecnologías con la realidad resultando las primeras un inconveniente para el ejercicio de curar.
Un agricultor o una ganadera guardan los recibos de gasoil, de abonos, del taller mecánico, del veterinario, de electricidad, las nóminas de sus asalariados, suele trabajar con una gestoría o en cooperativa, sus labor está a la vista y control de cualquiera, aún así ¿puede mentir y hacer fraude? me temo que siempre podrá hacerlo sea cual sea el sistema de control.
Yo misma elabora anualmente programaciones de acuerdo a las leyes educativas, con su vocabulario correspondiente, que difícilmente podré llevar a cabo en el aula, y lo sé. ¿Para qué sirve esta programación y los interminables informes que no contribuyen a mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje de mi alumnado?
Parecía que la informática se llevaría consigo al papel evitando la burocracia, sin embargo es todo lo contrario, la ausencia de papel supone más burocracia, eso sí digital, que suena más mejor. En fin, cualquiera puede entender la reivindicación de quitar el cuaderno digital a numerosos trabajos dado su inoperatividad y molestias varias. Digitalizar la sociedad debe ser facilitarnos la vida, si no lo es empeñarse en seguir es hacer inviable, inútil y un despilfarro la digitalización.
Por cierto, el futuro pasa por una alimentación más sana y ecológica, no más informatizada, estandarizada o industrializada. Igual que la sanidad, la educación o las servicios sociales serán mejores con más profesionales, mejor formados, sobre todo con más tiempo para realizar sus tareas. Esto no es una opinión, cualquiera lo puede constatar y sacar conclusiones con programas informáticos para que le den mayor credibilidad, como si la palabra ya no sirviera y solo la estadística se aproximara a la verdad, esa estadística tan fácilmente manipulable y sesgada.
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