miércoles, 9 de abril de 2025

SORDA

SORDA

Eva Libertad y Nuria Muñoz, 2025




Esta película no solo trata la sordera de la protagonista como elemento crucial sino la de la sociedad entera hacia las personas sordas. Lo hace desde el feminismo, la amistad, la pareja heterosexual, el mundo laboral, la familia de oyentes con una hija sorda y la maternidad. Ahí es nada, todo un reflejo de nuestras tradiciones, prejuicios y modos de estar en la vida.

El elenco de profesionales hace que sea todo muy verosímil o que lo parezca. Hay mezcla de autenticidad, e realidad y ficción, lo que hace que sea más llevadero el tema central, especialmente para quienes desconocemos con detalle el día a día de una mujer trabajadora y madre primeriza que es sorda en un entorno de mayoría de oyentes, que no signan.

La relación de pareja entre los protagonista es tan normal como deseable, se llevan bien, hacen lo que quieren, el respeto aparece como un mueble más de la cotidianidad así como la alegría, el trabajo, la casa con sus quehaceres compartidos, el amor por la naturaleza tanto animal como vegetal y la tranquilidad y seguridad de vivir como quieren vivir y donde quieren vivir.

Cuando deciden tener familia todo transcurre en ese mismo clima de naturalidad y deseabilidad, con cuidados y atenciones y libertades y autonomías. Algunos temores en las consultas médicas, también normales y lógicos. Sin embargo, en el parto, que aparece en tiempo real, empiezan a asomar algunas cosas que supondrán inestabilidad en ese idílico estado de vida que se ha había mostrado hasta entonces.

La hija supone plantearse todo otra vez, sin quererlo. ¿Somos capaces de compartir la vida una persona sorda y otra oyente? Al final, justo al final, cuando la niña hace un gesto descuidado que puede ser signar la madre sonríe y la esperanza puebla la pantalla. Hasta llegar aquí el camino está lleno de espinas personales, sociales porque nuestra cultura (como una y uno de nosotros) todavía no sabe incorporar las diferencias sin discriminarlas o sencillamente las excluye.

Es un canto a la vida con respeto hacia los demás. Es una lección de humanidad porque refleja lo que no se ve y nos conforma como especie, los valores éticos que son la base de la convivencia sin exclusiones ni prejuicios. Hay otros idiomas que no suenan y sirven para lo mismo que los sonoros, son nuestra manera de estar y hacer el mundo que habitamos.

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