domingo, 13 de julio de 2025

ACUSADO

 ACUSADO

Philip Barantini, 2023


Bastante agobiada mientras veía la película, creí que la había olvidado hasta que ha saltado la noticia de Torre Pacheco, Murcia.

Mucha gente que tenemos 40, 50 o 60 años no somos capaces de apreciar la importancia de internet en la vida, cómo los watsap pueden hacer que cambie tu vida de pronto, El poder de las redes sociales no lo calibramos en su justa medida. Es tremendo.

En la película confunden al protagonista con un terrorista. Gente conectada 24/7 afirma que es el terrorista solo porque se le parece a una foto que circula en los medios. Varias personas enganchadas busca información sobre él hasta dar con su domicilio y el de su familia. Y es entonces cuando empieza lo que nunca podía imaginar y que suponía peliculero hasta lo de Torre Pacheco.

El poder de movilizar violentamente, vengativamente, absurdamente, a gente desconocida, alejada entre sí, destinada a asesinar a una persona, previamente torturándola e intimidándola hasta lo insoportable, me parece de otro planeta. Sin embargo algo así ha sucedido aquí. Violentos racistas usan las redes para vulnerar las leyes y actuar por su cuenta contra personas que ellos juzgan enemigos a eliminar, es decir, a modo de solución final nazi, tomando la justica por su mano, agreden y asesinan si pueden a personas porque lo desean, con un torrente de emociones a cuál más violenta.

En la película todo sucede muy rápido, sin pensar, al ritmo de un click, igual que se envía un emoticono se coge un bate de beisbol, un cuchillo y una pistola, se sube al coche y se planta uno delante de alguien que no entiende nada. La angustia provocada en esta increíble situación es tremenda porque el protagonista puede asistir a los chats en los que se dice todo lo que le va a ocurre en unos instantes, en una noche tranquila que iba a pasar con su perro en casa de sus padres.

Pensaba que era muy exagerado el hecho de que hubiera gente dispuesta a pasar a la acción, a la violencia, rápidamente. Otra vez, la realidad suprea a la ficción, incluso en esto.

A este paso habrá que hacer un examen, exhaustivo, psicológico antes de permitir que alguien consiga un teléfono móvil, antes de que entre en contacto con las redes que lejos de ser sociales son inhumanas, destructoras de cualquier signo de humanidad.

Llegados a este punto, qué se puede hacer...policía infiltrada, teléfonos pinchados, algoritmos justicieros, códigos éticos a los políticos...en fin.

Al final, cuando todo acaba, la cara del protagonista es un poema de desorientación e impotencia inaudito, tiene una mirada de estupor que nos sitúa lejos de entender nada, de esperar nada. El miedo que se está yendo deja paso al vacío de la angustia por lo que vendrá cada vez que cierre los ojos, que oiga un ruido, que esté solo, que camine por la calle, que se ponga una gorra o coja el metro.

Se instala la inseguridad, la desconfianza, motivos para salir huyendo, pero a dónde.

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