DEMOCRACIA MILITANTE (VII)
Todos los riesgos que los clásicos destacaron de los estados democráticos los ha practicado el PP, ejemplarizados en la caso Montoro: demagogia, fomentar la uniformización, tiranía de la mayoría y escasa participación.
Usar eufemismos, tecnicismos, jugar con las paráfrasis, inventar un lenguaje ad hoc, es decir confundir, mentir y embaucar, lo propio de la más pura demagogia.
Como Ministro de Hacienda en los mandatos del PP la demagogia formaba parte de su discurso diario, en el Congreso, ante la prensa, incluso en los cursos de verano de universidades. Hay documentos de todo esto en los medios de comunicación. Especialmente arrogante era cuando se le interpelaba con datos sobre sus negocios que desmentían su discurso, cuando se le pillaba in fraganti con la mentira, con la maldad. Su partido no hizo nada al respecto, ni las asociaciones que denuncian incluso lo que no existe dijeron nada, me refiero a manos limpias, hazte oír o similares. No hubo jueces, fiscales ni UCO que se interesaran por el "trabajo" del ministro popular, al menos nunca trascendió mediáticamente.
Montoro, el PP, fomenta la uniformización, ahora polarización, al ocupar una posición y tener enfrente a todos los demás. Pertenece a un partido político que niega sistemáticamente la corrupción que practica con naturalidad, a todos los niveles, de manera que se atrinchera propiciando un frente contrario. Recordemos que nadie en el PP sabía quién es M. Rajoy o el marido de Cospedal por poner ejemplos fáciles.
Durante la legislatura del PP con Montoro dirigiendo la Hacienda pública, aprobaron leyes inmorales que no se discutieron y fueron votadas sin más, saliendo adelante usando el rodillo de la mayoría absoluta impidiendo el ejercicio del debate, la discusión o los consensos.
Tras muchos años, habría que explicar por qué tantos, Montoro exhibe el corazón de la derecha española en bandeja, su latido es hacer leyes que les beneficien personalmente y a sus negocios, a costa de la ciudadanía, usando el poder político para enriquecerse ellos y empobrecer a los demás.
Conocer todo esto tiene consecuencias en el ánimo de la gente. El menosprecio, la humillación y la pobreza, ahí es nada. La desafección hacia la clase política está más que servida por una buena temporada. Excepto por la ultraderecha, que se está frotando las manos, porque ellos sí salen ganando al ser uno de sus principios romper con todo lo establecido, ya sea bueno o malo. Así que el PP provoca la desconfianza en el sistema y Vox se aprovecha de ello.
Todo en uno, los cuatro riesgos que acaban con la democracia desde dentro. Desempeñó el cargo de ministro de Hacienda en dos ocasiones: la primera entre 2000 y 2004, con José María Aznar, y la segunda entre 2011 y 2018, con Mariano Rajoy.
La separación de poderes es una tontería para él, la responsabilidad una palabra vacía y la honestidad ni la ha visto en su vida.
No hay democracia si gobierna esta gente. No queda más remedio que sanear desde la raíz, salpique a quien salpique y reiniciar el sistema partiendo de lo básico, lo fundamental, a saber el gobierno democrático no debe estar en manos sucias, inmorales, antidemocráticas. Gobernar no es tarea fácil, cualquiera no puede ni debe hacerlo, ha de haber mecanismos para detectar la valía de los candidatos y al mínimo paso antidemocrático tendrían que saltar todas las alarmas y rápidamente expulsar al antidemócrata, hacerle pagar literalmente y juzgarle de acuerdo con el Derecho democrático.
La democracia no se mantiene sola, resulta imprescindible que se vigile, se cuide y se proteja permanentemente, sin descanso, de lo contrario nos quedamos sin nada, bajo la ley del más fuerte.
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