lunes, 16 de enero de 2023

UN MUNDO NORMAL

UN MUNDO NORMAL

Achero Mañas, 2020




Cuando se quiere hablar de la muerte se habla de la vida y cuando se quiere hablar de la vida se habla de la muerte. Parece inevitable. En esta película como se quiere hablar de las dos cosas a la vez todo se mezcla y se entiende perfectamente, sin oposiciones ni dobleces. Mientras se está viva se piden deseos sobre la muerte y así se condiciona la vida de los seres queridos. Pronunciar en voz alta que cuando muramos queremos que hagan tal o cual cosa con nuestro cuerpo es el detonante de la trama.

Nada convencional para contar lo más convencional. Así es Achero Mañas en esta película y, creo, que en las anteriores también, ya sea algo bueno , algo malo, ambas o ninguna.

¿Cuántos asuntos rodean al principal? Algunos apenas mencionados, otros sugeridos constantemente pero sin ser los protagonistas, entre ellos los sentimientos que forjan las relaciones humanas, las de parentesco y las amistades, las laborales y las eventuales, todas estas formas de estar con los demás van conformando la vida de los protagonistas y las circunstancias que viven a lo largo de la película.

Elegir un espacio pequeño para concentrar la atención en pocas cosas resulta eficaz. Una furgoneta para la relación padre-hija. Pero como es un asunto tan complejo, necesariamente tiene que empezar y acabar en otro sitio, pongamos la vida en Madrid y el mar en Altea, el trabajo y los estudios por un lado y la familia y la coherencia en el otro.

Últimamente estamos aceptando como normalidad cosas que ni sospechábamos como pandemias y guerras en Europa. El concepto "normal" es uno de los que más está cambiando y esto es decir mucho en un mundo con cambios tan esenciales y vertiginosos como el actual, pero en asuntos familiares la normalidad parece algo estable y, según la obra, nunca ha habido normalidad familiar, tal vez por esto somos capaces de aceptar todas las normalidades que van surgiendo por muy improbables que sean.

La educación en la infancia, el papel de los agentes socializadores de la familia, sea esta como sea, resulta clave para afrontar la vida adulta, para adaptarse a los constantes cambios y devenires imprevistos, para sobrevivir a una misma, a uno mismo. Aquí está sobrevolando todo el tiempo, en los gestos, en las palabras, en los muebles y las casas.

¿Qué hacemos con los convencionalismos que se oponen a las últimas voluntades de nuestra madre o con nuestra madre que se opone a los convencionalismo post mortem? ¿la lealtad va más allá de la muerte? en este asunto, como en muchos otros, se encuadra la normalidad o su ausencia.

No debió ser fácil rodar y representar esta tragicomedia del siglo XXI pero el resultado es bueno, el elenco es bueno, lo que se ve y se oye es bueno y lo que sugiere que no se ve ni se oye también.

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