EL ACUSADO
Ivan Attal, 2021
Se presenta la trama principal dentro de una normalidad anormal. Los protagonistas principales, dos jóvenes con toda la vida por delante, 22 años él y 17 ella, pertenecen a mundos culturales distintos, en sentido amplio, han crecido en situaciones económicas e ideológicas muy diferentes, él rico y liberal, ella clase media con madre judía ortodoxa. La desigualdad se mantiene incluso en quienes les unen, la madre de él y el padre de ella.
Todo sucede en esa distancia social, económica, religiosa, ideológica, educativa y, cómo no, moral.
Sin embargo, su relación ha de ser juzgada por el derecho, por la leyes, que nos hacen a todos iguales. Unas leyes que muestran todas sus aristas clasistas, machistas, poderosas.
Ella denuncia que ha sido violada por él. Entonces aparecen todos los elementos posibles que discriminan la palabra de la mujer, cuestionan sus versión, aluden a su pasado, mostrando lo lejos que está de ser considerada en igualdad personal con el acusado, no violento, de familia bien, educado, maduro, con recursos de todo tipo, propios y ajenos.
El guión y el ritmo de la acción reflejan todos los tópicos bien contextualizados para que se puedan valorar con la mayor objetividad posible, nos ofrecen cada versión por separado antes de mostrar los juicios, con sus interrogantes, alegatos y sentencia.
Al salir del cine, una amiga me dice que la película era un buen ejemplo de la necesidad de la Ley solo sí es sí . Probablemente siempre resulta difícil juzgar, sobre todo cuando los juicios son mediáticos y ya están prejuzgados en la calle, pero los sesgos machistas que siguen dominando los tribunales tampoco resultan fáciles de ver a todo el mundo. El violador queda libre porque existen dudas sobre el consentimiento expreso de la víctima, aunque no exista ninguna sobre el abuso, dominio y violencia del acusado.
Al final, de nuevo, las diferencias de tratamiento, de consideraciones, ganan y la víctima, como suele ser, pierde. Injusticia que se veía venir desde el principio dadas las diferencias y sus contrapesos en el poder judicial, mediático y social de la cultura predominante, o sea machista.
No hay ningún dilema. El cine social, en esta ocasión, tan oportuno con el presente, provocando interrogantes y exigiendo evidencias sin posicionamientos que alteren la gravedad de los hechos. El cine mostrando la vida real. Un hombre poderoso viola a una joven, esta le denuncia y él sale absuelto.
Las interpretaciones y parte técnica son extraordinarias para mantener el interés y la credibilidad de la historia, en cada momento en que es contada, hacia atrás, hacia delante, en un lugar, en otro y en la sala del tribunal. La música, los decorados, todo está tan conveniente y adecuado que decir que está perfecto no es exagerar.
Conviene leer la Opinión de Najat El Hachmi en El País del 27 de enero para aclarar dudas.
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