viernes, 3 de marzo de 2023

¡OH CAPITAL, MI CAPITAL!

 ¡OH CAPITAL, MI CAPILAL!


El Estado paga a los bancos, a las empresas, a Europa, es decir cada española y cada español, esto es, toda persona que paga impuestos aquí capacita al Estado para que este gestione y facilite la vida, así construye hospitales y colegios, carreteras y aeropuertos.

Sin embargo viene una pandemia y una guerra que destruyen buena parte del estado de bienestar porque tenemos que pagar la vida mucho más cara. Ante esta circunstancia el Estado decide poner en marcha ayudas sociales y reformas laborales, para mitigar los efectos adversos.

Y cuando le toca el turno a los bancos y a las empresas contribuir de acuerdo a estas circunstancias, habiendo sido favorecidas por el Estado antes, no solo se niegan sino que se van.

Tendremos que seguir haciendo leyes ante lo que nos sucede, lo que no estaba previsto pero es posible y de hecho está sucediendo. Habrá que legislar sobre aquellas empresas que habiéndose enriquecido con capital público no asumen sus responsabilidades morales, animadas por ideologías de derechas. Un ejemplo podría ser que devuelvan todo aquello que el Estado les ha dado, empezando por los rescates y las subvenciones públicas. Continuando por penalizaciones monetarias también que puedan resarcir la deslealtad y la desvergüenza de sus actos.

Serían leyes que indicaran el camino a otras empresas que estuvieran tentadas de seguir su camino si no son sancionadas las primeras. Las leyes cumplen este fin, a saber ser aviso para navegantes.

¿Qué le pasará a Ferrovial por irse a Holanda?

Alguien pensará que todo esto era previsible, que la lógica capitalista es así, que la ética social no existe, que el Estado tiene que asumir todos los abusos empresariales que las empresas españolas cometan, que la pandemia y la guerra no son factores que signifiquen nada. En definitiva, que la razón no sirve ante el capitalismo, además el actual, el tecnocapitalismo neoliberal está más por encima de la ética y la lealtad que cualquier versión capitalista precedente.

Las leyes democráticas deberían servir para frenar los abusos económicos, para impedirlos, sin titubeos, salvaguardando los derechos sociales de la ciudadanía y los deberes del Estado para con esta.

El capital sólo tiene un capitán él mismo, en cualquier circunstancia. Lástima que el sistema lo proteja.


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