LO QUE ABUNDA INSENSIBILIZA
Escuchar a todas horas insultos y desprecios consigue que nadie mantenga un diálogo argumentativo, que no se valore y que ni se enseñe.
Muchas veces, quienes nos dedicamos a la educación pública, la de tod@s y para tod@s, tenemos la sensación de ir contracorriente en asuntos fundamentales para el ser humano contemporáneo.
Como quiera que sea que en mayo suelen ser las elecciones en este país, cada cuatro años en campaña electoral me toca enseñar lógica, formal e informal. Cuando enseño las falacias, mentiras tanto intencionadas como sin intención, mi alumnado tarde "cero coma" en poner ejemplos de candidatos/as que salen en los medios. Y cada cuatro años nos avergonzamos del nivel de quienes quieren gobernarnos.
Pero este año, la cosa está superando todos los niveles previstos y ocurridos en años electorales anteriores. El panorama está mostrando la mala intención y la estupidez como nunca. Yo creo que es que, en esta legislatura, nos han acostumbrado a las falacias desde el principio, sin cortapisas, sin líneas rojas, sin límites de ningún tipo, así que ahora que llega la campaña la falacia ha de ser mayor, y, aunque resulta muy difícil ya, los ejemplos son colosales, mentiras como puños delante de la cara, ya sean sobre ciencia, sobre economía, sobre justicia, sobre educación, sobre la compra o las relaciones laborales, por no hablar del clima, los incendios, la violencia de género, la vivienda, las ayudas sociales o el salario mínimo interprofesional. Cualquier asunto cotidiano, que afecta a toda la ciudadanía aparece deformado, en modo falacia, si lo tratan ciertos candidatos/as a gobernarnos.
Es tan fácil de detectar que nadie en clase se equivoca cuando se trata de esta falacia, con otras pueden tener dudas, pero con esas afirmaciones que atacan al interlocutor en lugar de atender a sus argumentos, con esos insultos referidos al colectivo que el interlocutor representa en lugar de referirse al contenido de sus palabras, nadie puede equivocarse, bueno quien quiera hacerlo claro que puede, porque a estas alturas, sabemos muy bien que el dióxido de carbono hace daño por mucho que se afirme lo contrario en tribunas como el Congreso de los Diputados o colegios religiosos.
Que buena Ana!! Pedazo de profesora, yo te quiero para mis hijos!!
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