DESDE LA VENTANA...
A veces miras y ves esto de la foto, entonces no puedes dejar de mirar hasta que se apaga la luz del sol, hasta que el azul se vuelve negro y la ciudad se distingue porque se encienden las farolas.
Cuántos atributos se le ponen a las ventanas que son cualidades humanas, como indiscreta o cotilla, pero pocas veces hablamos de lo que no es humano y lo percibimos a través de la ventana. De hecho no lo hablamos, con suerte estamos delante y a cada una le muestra una cosa.
El viento invisible se hace notar en los árboles y en las nubes. Hoy era fuerte, tanto que se llevaba hacia la izquierda las pesadas nubes oscuras por abajo y luminosas por arriba, cargadas de agua que no he visto caer, puede que haya caído lejos.
Me gusta permanecer lo suficiente como para captar los grados de luminosidad en los colores, cómo se encienden y cómo se apagan. No siempre puedo mantener la vista el tiempo suficiente y cuando vuelvo a mirar el cambio es brutal, siento el significado del instante plenamente.
Ya no puedo imaginar casas sin ventanas a espacios amplios, abiertos, con cielos que siempre son generosos y distintos, con montes que delimitan horizontes ondulados y árboles que marcan las estaciones. Siempre dejo que pase el paisaje al salón, que se acomode, que inunde la casa antes de cerrar la ventana, unas veces trae luz sola, otras con humedad o con calor, y otras con frío y aire ruidoso.
Todo es más amable mirando desde la ventana.
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