LA FAMILIA
Sara Mesa, Anagrama, 2022
La división de los capítulos favorece el conocimiento de los personajes, aunque con los saltos temporales tienes que estar muy atenta a las indicaciones vitales de quien los protagoniza.
Después de leer Un amor, creo que me he acostumbrado al estilo austero de contar historias originales pero creíbles, incluso familiares, como esta, también como aquella.
La portada que presenta Anagrama deja de ser enigmática según avanzas páginas en la lectura de la obra. Puede significar varias cosas, todas aludiendo a un espacio particular, singular, por lo que resulta fácil suponer que sus habitantes también lo son. Lo que no se puede ni sospechar es hasta qué punto y en qué cosas lo son. Padre, Madre, dos hijas y dos hijos. No siempre se narran hechos en los que están todos, a veces faltan algunos porque aún no han nacido o no han llegado, otras porque se marcharon y les pasan cosas a ellos solos, pero siempre hay recuerdos, memoria de lo vivido en la familia, con la familia o directamente alusiones al resto de la familia, ya sea en el colegio o en el aeropuerto.
Me gusta cómo describe los cuerpos, al hacerlo transmite cualidades de la personalidad, aunque sean niños pequeños o señoras mayores con gatitos en el abrigo. El resultado son personajes propuestos contra los estereotipos, rompe los moldes de familia convencional siendo convencionales, en algunos aspectos, a su modo, al modo de esta peculiar familia que podría vivir en el piso debajo del tuyo. Lo que cuenta es que se mueven por el tiempo sin pertenecer del todo a ese tiempo, andan un poco desfasados, descontextualizados pero sintiendo, actuando y creyendo que el resto del mundo es el que está equivocado, es el raro, el que se equivoca. Resulta muy entrañable la presencia de Gandhi como escudo y argumento de seguridad, de firmeza en los principios morales buenos, como guía espiritual ante un mundo despiadado y cruel con los más débiles.
También me gusta cómo hace crecer a los miembros de la familia, a cada uno. No todos son igualmente tratados en cuanto a extensión y dedicación, pero de todos se puede decir lo esencial y lo que hace que se relacionen entre sí. La jerarquía patriarcal aparece ridiculizada de manera magistral, llevándose consigo maneras de ser mujer, de ser hombre, de ser hija, hijo, maneras de ser joven y adulto que no consiguen existir por la influencia constante, permanente, de unos principios que, sin ser descabellados, son inapropiados. Qué difícil la coherencia cuando se trata de compatibilizar cosas opuestas.
Por supuesto, en toda novela que tenga por protagonista a la familia hay mentiras, dobleces, disimulos, hipocresía y favoritismos, todo en sus grados precisos y momentos concretos, como en toda familia que se precie en la vida real.
Un ingrediente clave es la precisión lingüística, marca de la casa, lo que provoca que quieras seguir leyéndola hasta la última página sin parar. Un auténtico placer.
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