EL CASTIGO
Matías Bize, 2022
Desde el comienzo se respira con dificultad a pesar de que prácticamente todo sucede al aire libre, en una carretera de una zona boscosa, pero los silencios largos y los planos cortos, el lenguaje no verbal y el verbal del final, componen una orquesta dramática en varias tiempos, a ratos insufribles.
Los dilemas morales se suceden a cada paso, sobre la educación de los hijos, sobre el peso de los miembros de la pareja, sobre la verdad y la mentira, sobre el concepto de familia, en definitiva sobre los actos que realizamos sin libertad, llevados por las circunstancias que eligen otros, que favorecen las normas y lo establecido, lo conveniente.
Según Sócrates es peor cometer injusticias que padecerlas. Ana, la madre en la película, podría ser un buen ejemplo, solo que en el transcurso de la película transita de un extremo a otro, acabando siendo los dos y lo hace en tiempo real respecto al ritmo de la trama y la duración del film. La vemos en un punto de partida y poco a poco se mueve hacia el otro lado, ella misma, la que supuestamente maneja la situación y sabe y decide. Sin embargo las consecuencias de sus actos, por muy calculadas que pudiera tenerlas, no las puede controlar, no las espera, acaban superando su equilibrio mental, corporal, vital. La actriz, en ese recorrido, nos muestra diferentes caras, tonos de voz y expresiones corporales porque va con todo hasta el final, porque se la juega y es consciente.
¿Cuánto hay que permitir a un hijo?, ¿cómo saber cuál es la proporcionalidad exacta de los castigos?, ¿se debe participar de las elecciones del otro aunque no se esté de acuerdo? Cuando la verdad puede acarrear malos entendidos y desencuentros ¿se debe decir?, incluso cuando puede suponer un giro total a las relaciones familiares, un antes y un después dramático para siempre ¿se debe verbalizar lo que se piensa, lo que se viene sintiendo desde hace años?.
¿La maternidad justifica dejar de ser tú durante el período laboral más importante en la vida de una trabajadora? ¿debe sacrificarse el bienestar personal porque no concuerda con lo que se espera de ti?
Las corrientes éticas de los principios y la de las consecuencias chocan en el dilema que nos presenta la historia, sobre todo porque, como casi siempre, lo que sucede en un momento dado viene de mucho antes y no tiene por qué estar resuelto, o resuelto del todo. Los principios del cuidado, de la verdad, de la empatía, de contar con los demás, sin ponerlos en práctica, sin contextualizar, suelen funcionar, pero cuando se trasladan a hechos concretos pueden dejar de funcionar fácilmente. Entonces las consecuencias toman las riendas y se imponen aunque no se hayan tenido en cuenta.
La interpretación de los protagonistas ayuda a sentir la angustia y a entender la furia de la confesión final. La cultura hegemónica, patriarcal, acaba por ser un ingrediente principal con el que comprender la culpa y el desvelo, la tensión permanente y las reacciones finales. ¿La maternidad justifica dejar de ser tú durante tu período laboral más importante?
Con un planteamiento filosófico claro, tal vez por ello, cuestiona las relaciones personales intrafamiliares, los roles de cada cual, las implicaciones y las renuncias en el día a día, a partir de un hecho puntual, inusual pero perfectamente posible. Además, como añadido, aparece la autoridad civil, los pacos chilenos, marcando claramente lo que se debe hacer en un momento de desesperación máxima, dando órdenes, interrogando y juzgando cada movimiento, cada palabra y casi cada pensamiento. Resulta paradójico el contraste entre sentirse presionados y el paisaje natural, cómo el bosque puede ser la metáfora del interior de cada persona, lo grande y milenario es lo pequeño e individual, de hecho los personajes se internan y salen del bosque como si entraran y salieran de sí mismos, adoptando papeles diferentes de sus prácticas éticas, de su modo de ser y estar con el otro, en el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario