martes, 5 de diciembre de 2023

THE OLD OAK

 THE OLD OAK

Ken Loach, 2023


La historia transcurre en 2016 y a ratos parece muy antigua. ¿Cómo es posible que siete años parezcan cincuenta? La guerra de Siria y sus refugiados ocurrió casi ayer y ver esta película te lleva, subjetivamente, a un pasado remoto y cuando ya estás allí instalada empiezas a reconocer el presente, los personajes cercanos, la situación urbanística, la despoblación de las zonas rurales, el individualismo extremo, el odio, el caldo de cultivo de una cultura desencantada con la vida y con el intento de vida. Sin embargo, también empiezas a sentir el otro lado, el de la generosidad y la confianza entre personas que no se conocen, el de la solidaridad que entra fácilmente porque ya ha estado ahí en la vida de la generación anterior, el lado del compromiso que surge de la depresión y desesperación.

Otra vez las emociones a flor de piel, siempre surgen de la dimensión social del ser humano. Los egoístas son los malos, los racistas y xenófobos son los malos porque son traidores, desleales, cobardes, mentirosos y abusones, usan la violencia verbal en nombre de derechos ficticios basados en una tradición que solo aporta el tiempo transcurrido, nada de actitudes, nada de hechos, solo el paso del tiempo sin intervenir, sin implicación.

Cuando la historia llega a tu calle en forma de autobús con personas refugiadas de una guerra las cosas no pueden seguir igual, no deben hacerlo. Los personajes que componen la película reflejan muchos errores políticos, religiosos, educativos y económicos que se repiten una y otra vez a lo largo de la historia y lo ancho de la geografía mundial, pero en el medio de tanta desdicha local y foránea, aparece la solidaridad, el reconocimiento del otro como nuestro igual. Personajes abandonados, así mismos o por los demás, sin remedio, cambian y se levantan, aunque solo sea para portar un estandarte de mineros con los emblemas en inglés y en árabe.

El cine social de K. Loach cada vez es más sencillo, lo que no resta dureza ni sensibilidad a las historias y la mirada del cineasta. Ya sabemos que son buenas películas, con esta, además sabemos que son necesarias por su dosis de universalidad. Los ambientes son tan reales que parecen sacados de un documental, ya sean interiores o exteriores, como los planos a modo de testimonios. Es una gran historia muy bien contada.

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