PAISAJES DE INTERIOR
No sé cuál de las dos versiones me gusta más, las toco una y otra vez, las huelo y las admiro desde que las que cogido de la terraza. Las hojas de geranio son un símbolo de parte de mi vida, la que me une a mi madre y a la casa familiar, por eso son tan importantes y significan tanto para mi. Estas hojas, las mismas por delante y por detrás, pertenecen a un geranio viejo, trasplantado de otro más viejo, por eso conservan la fuerza y la resistencia de antaño y me traen tantas sensaciones y emociones, especialmente cuando florecen, pero también cunado cambian de color como ahora. Su textura aterciopelada es piel con piel, la mis dedos y la de sus hojas recorriendo los difuminados límites de sus colores imprecisos. Su aroma embriagador me trae imágenes de un patio manchego, grande, con el brocal del pozo sobresaliendo en el medio y mi madre regando o eliminando las hojas muertas que después barrería antes de regar y así refrescar el espacio abierto de la casa, lleno de ventanas para dar luz a las habitaciones interiores.
Es una planta humilde y bella, su flor es muchas flores, su tallo fuerte y verde lleva nutrientes desde las entrañas de la maceta mimada, colocada al sol y a la sombra según las estaciones, nunca pasa desapercibida, tan reconocible como un familiar, de hecho siempre ha estado en mi vida, donde quiera que haya vivido.
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