CON EL AGUA
La luz trae nuevas realidades mientras llueve o si ha llovido. Los colores no se parecen a nada antes del agua como los olores y los movimientos de los pájaros que ponen sonidos aquí o allí para despistar al caminante, que quiere saltar los charcos como cuando era niño y va pendiente del suelo embarrado, resbaladizo, que se adhiere a sus zapatos y así le acompaña más allá del bosque.
El verde no puede más y trepa por las cortezas de los árboles, o emerge entre ellas porque no se resiste a lucirse en vertical, se sabe primaveral, pura vida que mantendrá activa la zona, contagiando su color a las ramas que poco a poco nos enseñarán sus hojas crecientes, aunque sean agujas que al caer alfombran los caminos amortiguando los pasos de los pies flotantes.
Los límites son territorios híbridos porque los árboles se resisten y pelean cada centímetro de tierra, una loma, un roquedal o hasta donde llega el cultivo. El cielo todavía desafiante, aunque esperanzador, cubre todo lo que puedas mirar, envuelve, como protegiendo, el paisaje de aquí abajo que estrena primavera.
De vez en cuando el agua...
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