A PROPÓSITO DE OLIVA SABUCO
Una mujer culta, en un pueblo serrano de La Mancha, debe abandonar sus estudios y trabajaos intelectuales, por muy fructíferos y adecuados que sean, porque en su época, siglo XVI, las mujeres son personas inferiores aptas para el matrimonio, la crianza y el cuidado de los demás. Se llamaba Oliva.
Los poderes de la época (político, religioso, económico) que construyen las tradiciones y costumbres, impidieron, bajo amenazas de todo tipo (censura, Inquisición, bulos) que el ensayo científico y filosófico de Oliva viera la luz con su nombre aunque fuera de España tuvo éxito.
Lejos de ser un caso aislado, antiguo, es uno más de una larga lista de mujeres que, en diferentes ámbitos (científicos, sociales, culturales, artísticos, pedagógicos) han sido silenciadas o tachadas como autoras de sus obras. Destaca el siglo XIX por la cantidad y diversidad de casos, que se sepan.
Sin embargo, resulta especialmente preocupante que hoy, siglo XXI, la posibilidad de menospreciar el trabajo de las mujeres siga estando presente. Numerosos premios nacionales e internacionales dan muestra de esto. Numerosos puestos, cargos, universitarios, empresariales, culturales, institucionales, también. La prensa, en todas sus versiones, publica fotos de famosas ocupando roles que distan mucho de ser autoras, creadoras, impulsoras o valiosas intelectualmente hablando.
La obra de teatro Oliva (https://lalechuzaendiciembre.blogspot.com/2023/10/anoche-fue-oliva.html) representa a una mujer actual que investiga sobre una mujer del pasado, se introduce en su tiempo, lo vive y acaba transitando un rol de mujer sumisa aunque da a entender que en la actualidad ella investiga, sabe, publica con toda normalidad. Sin embargo, la realidad es que el techo de cristal está ahí, los derechos relacionados con el igualdad entre mujeres y hombres siguen siendo los últimos en dotarse en los presupuestos, los últimos en programarse en los currículos educativos, los últimos en enseñarse y practicarse en los tribunales de justicia, los invisibles en los juguetes y publicidad, los más criticados en los deportes y los inexistentes en las religiones y tradiciones.
Esperamos del presente que sea mejor que el pasado, más avanzado, más progresista, pero se nos olvida que solo lo puede ser si es más igualitario, si nos comportamos aprendiendo de los errores cometidos antes, desde el respeto, desde la empatía, desde el conocimiento, desde la dignidad personal.
Los valores éticos que marcan épocas son los elementos a estudiar y cambiar si queremos vivir mejor, ser mejores cada día, construir un mundo de tod@s para tod@s. Las tradiciones no son naturales.
La violencia de género está en nuestra cultura, también en el ámbito intelectual, si es que este se puede separar del resto de la vida de las personas. No nos olvidemos y hagamos todo lo posible por eliminarlo, se lo debemos a muchas mujeres que vivieron antes y además a muchas otras que vivimos hoy y que vivirán mañana. En una entrevista, hace años, con Gemma Lienas sobre su novela El diario violeta de Carlota, decía que su abuela, ya era feminista aunque no lo sabía, le enseñó muchas cosas sobre la igualdad sin proponérselo. Ojalá fuera así de fácil aprender y enseñar, sin esfuerzos, sin darnos cuenta de que nuestras palabras y actos son feministas.
Recomiendo asistir al teatro Oliva y sentir, pensar, hablar sobre otras Olivas
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