JUSTICIA ARTIFICIAL
Simón Casal, 2024
Relacionar la ciencia ficción con la Justicia española es de lo más oportuno, aunque si lo pensamos bien siempre ha habido aspectos bastantes ficticios en materia judicial en este país. Hace un rato, a propósito de los 20 años de la Ley sobre Violencia de Género, escuchaba en TV a la hija de Ana Orantes relatar cómo un juez exculpó a su padre porque no podía ver llorar así a un hombre, permitiendo que matara a su madre poco después.
Hay ejemplos para aburrir, si no fuera por la gravedad que contienen.
La película plantea la posibilidad de que la Inteligencia Artificial pueda dictar sentencias judiciales, con el fin de eliminar subjetividades y sesgos de todo tipo en los jueces y juezas, consiguiendo una Justicia mejor y más rápida, ahorrando millones de euros al Estado y reclamaciones sin posibilidades a la ciudadanía.
Cuando la informática está por medio todo es posible, incluso que se vea bien la Justicia Algorítmica. Con esta expresión he pensado en Aristóteles y su Justicia Aritmética, casi suenan igual aunque la de los números está basada en criterios desconocidos disfrazados de neutralidad frente a la del griego que tiene en cuenta las circunstancias de cada caso.
El contexto en el que transcurre la trama es oscuro, los personajes también, por lo que todo se aclara al final, tras proponer pistas falsas y planteamientos para despistar. Varias hipótesis se presentan a la ciudadanía para votar en referéndum, sí o no a incorporar la IA en la Justicia, colmadas de intereses y publicidad engañosa, con personas en contra y a favor que cambian de opinión y solo una se queda con criterio propio, el bueno, el justo, que tiene que demostrarlo jugándose la vida.
Numerosos dilemas morales crean intrigas y expectativas en momentos claves. Se menciona el algoritmo ético y es entonces cuando se cuestiona la labor humana de la Justicia, la dosis de inteligencia, empatía, anticipación, previsión y oportunidad futura en las sentencias. El importantísimo papel social. Cuánto pesan las probabilidades marcadas por los algoritmos a la hora de tomar decisiones sobre la vida de los acusados, dictar inocencia o culpabilidad en base a los criterios algorítmicos sobre alguien, especialmente sobre los datos de su pasado. Cuánto importa la interpretación de la Ley en circunstancias cambiantes, contextos nuevos, posibles. Cuántas modificaciones admite la Ley cuando está funcionando y en plena vigencia marcando antecedentes, sentando jurisprudencia...
Controlar el Poder Judicial es controlar al resto de poderes. Hoy lo vemos a diario en los medios. La corrupción parece intrínseca en la Justicia como la demagogia en la política, pero existen mecanismos para detectarlas y sancionarlas, si estos se controlan mediante IA podrían dejar de funcionar para ser parte del engranaje podrido que tal vez necesita el sistema.
Hay elementos distópicos en la tecnología que se maneja como los coches autónomos, precisamente también se cuestiona la idoneidad de esta, los niveles de dependencia y seguridad que supone al estar controlada por algoritmos. Las interpretaciones son buenas, contenidas, inquietantes, como si solo desde este lado de la pantalla pudiéramos expresar la importancia que tiene votar el referéndum por las consecuencias.
Todos los elementos del cine negro van apareciendo, desde la denuncia social hasta los asesinatos y su resolución, eso sí a un ritmo interrumpido, para mantener el interés. Muy recomendable por la cantidad de preguntas que suscita.
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