DICIEMBRE
Anshul Chauhan, 2024
Esta película japonesa cuenta un dilema moral de primer orden porque contiene muchos otros dilemas morales. Aparentemente se juzga un asesinato entre adolescentes, sin embargo está en cuestión la educación social actual, la responsabilidad de las familias en la enseñanza y transmisión de valores éticos que favorezca la convivencia de todas las personas en paz. Por supuesto, tratándose de un película que transcurre sobre tribunales de justicia, también aparecen dilemas sobre las leyes, los prejuicios, los sesgos discriminatorios y los intereses de abogados, fiscales y jueces/zas.
Cuando una menos asesina a otra, ambas compañeras de clase, tras siete años de cárcel para la asesina confesa se reabre el caso por considerar que la pena inicial es elevada y porque la joven ha mostrado arrepentimiento y puede contribuir a mejorar la sociedad si se dedica a dar a conocer su caso para evitar acosos, presiones psicológicas, violencias gratuitas y discriminaciones de cualquier tipo.
La película plantea el asunto desde la familia de la víctima. La madre y el padre de la adolescente asesinada deben comparecer ante el tribunal y testificar su punto de vista, necesariamente emocional. Se ha separado, cambios de residencia, parejas, intentan vivir lo mejor posible tras la pérdida de su hija, pero esta circunstancia hace que todo vuelva a empezar, nada bueno.
El abogado defensor quiere expulsar las emociones de la sala constantemente. Juzgar sin sentir, solo desde la lógica de los números y las probabilidades. Este intento no evita la ira, el dolor, la venganza, el llanto, el sexo, la violencia o la infidelidad, como tampoco la empatía y el arrepentimiento.
Perdonar. Segundas oportunidades. Sanar heridas gravísimas. Asumir culpas y responsabilidades. Vivir a partir de ahora. Revisar sentencias a la luz del paso del tiempo, de los cambios personales, del cumplimiento parcial de la pena. Admitir que los hechos no suponen un punto y final sino que son un punto y seguido y por tanto se abren a nuevas posibilidades vitales.
La sociedad japonesa que aparece es fría, casi aséptica. El elenco actoral también, o parece que intenta ser así excepto la joven asesina con un físico muy diferente al de cualquier otro personaje, delgada, pelo enmarañado (frente al mayoritario pelo alisado), ojos muy rasgados, cara seca y con aristas cortantes insinuando un mundo interior complejo.
Valores cívico-éticos globales en el mes de la efemérides de los Derechos Humanos. Merece la pena.
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