viernes, 20 de diciembre de 2024

LOS LUNES AL SOL

 

LOS LUNES AL SOL

Javier Hernández-Simón, 2024

El teatro contemporáneo representando la vida contemporánea con calidad interpretativa, escénica, artística de primer orden. Nada escapa a la idoneidad de la puesta en escena, el montaje, la iluminación, el vestuario, el escenario versátil y, como esencia, el texto y el elenco actoral.

Anoche volví a experimentar las emociones sociales que ya sentí al ver la película hace veinte años, pero renovadas, ni yo soy la misma ni el teatro es el cine. Tener delante a Santa, Jose, Amador, Nata...no es comparable con cualquier imagen por grande que sea la pantalla, porque la fuerza del teatro es la presencialidad de los personajes en contextos concretos, viviendo circunstancias concretas, precisas, extrapolables a las mías, a las de mi familia, mis amigos, mis vecinas o mi barrio. Estar ahí delante, hablándome, exponiendo una visión del mundo que conozco por experiencia, supone una dosis de credibilidad incomparable con cualquier otra expresión artística. Saber que es verdad lo que dicen y hacen en el escenario me predispone a ser afectada todo el rato, así que la denuncia social, económica e ideológica que está sucediendo en las tablas se me instala bien dentro durante las casi dos horas de duración de la obra.

Cambiar el modo de producción económico de un país afecta a la cultura entera de ese país, es decir a sus gentes, por lo tanto a sus vidas, sus posibilidades de ser lo que quieren ser, sus frustraciones y enfermedades, su adaptabilidad y superveniencia. ¿Cómo va a ser lo mismo tener un trabajo fijo que uno eventual?, ¿cómo va ser lo mismo tener derechos que no tenerlos?, ¿en qué se parece una vida digna a una excluida del sistema?, ¿qué futuro estamos preparando si las desigualdades sociales son la base misma, fundamental, de la sociedad?

Son tantos los interrogantes que provoca esta obra que podríamos escribir todo un tratado sociológico, psicológico y cultural del presente si nos dedicáramos a responderlos, a tratarlos como se hace en el teatro con hombres y mujeres de carne y hueso, concretos. El tejido personal que se teje en el bar La Naval es toda una prótesis social que hay está en peligro de extinción.

La ovación que les brindamos al acabar la función estaba repleta de emociones, lágrimas y recuerdos. No solo sonaban aplausos con las manos sino con empatía a raudales de quienes estamos, hemos estado y puede que estemos en el lugar de los personajes, ya que el capitalismo neoliberal actual no tiene visos de ser transformado como sería deseable y urgente hacer. El lugar en el mundo que todos anhelamos habitar pasa por unos mínimos éticos en todas las esferas de la vida, especialmente en la laboral y es precisamente en esta en la que más atropellos humanos se está cometiendo, al albur de leyes, acuerdos, negociaciones, contratos, salarios, que excluyen derechos, condiciones dignas, igualdad de género, vacaciones, cuidados, jubilaciones, calendarios racionales, distancias lógicas y no que asesinas in itínere a tantas vidas de trabajadores y trabajadoras cada año.

La obra está escrita con humor, cómo si no soportar tanta dosis de realidad, y metáforas muy adecuadas como la dichosa farola de 50 euros (¿cuánto vale en euros cincuenta euros?) cuyo valor moral es 10.000 o 100.000 euros más.

Afortunadamente algunas obras teatrales giran por toda España y si no la habéis visto todavía buscad dónde la representan para asistir al TEATRO con mayúsculas.

Gracias al Auditorio de Cuenca por programar esta función.


1 comentario:

  1. Cómo es habitual en este blog, me vuelvo a encontrar con una acertada, directa, intensa, magistral,... crítica, reflexión, análisis, evaluación,.... de un evento que, no por su carácter cultural, deja de ser plenamente actual y muy social.
    Totalmente de acuerdo con tu pensamiento, querida Lechuza.
    Romerales.

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