JUICIO A RUBIALES
Tras varios días de declaraciones y testimonios, en los medios de comunicación escuchamos y vemos actitudes chulescas, prepotentes, de hombres que se creen intocables porque siempre han hecho lo que han querido sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos porque puedan pagar y se sienten hiper protegidos ya de, de algún modo, ellos son el poder en sentido amplio, tanto que dominan los relatos, las emociones y también los tiempos.
Además hemos visto y oído a las víctimas de la agresión sexual. En plural porque las coacciones, chantajes y extorsiones varias no solo se le hicieron a la jugadora sino a su entorno, tanto laboral como familiar.
Los silencios y las ausencias también son notorias. Los sesgos machistas de nuestra cultura se han instalado en muchos cerebros y maneras de entender la vida. Cuesta aceptar que estamos influidas/os por una sociedad patriarcal que sigue alimentando que la mujer es inferior, que debe ser sumisa al hombre, que solo tiene un rol y un estereotipo para cada situación que viva. Así es mucho más fácil entendernos, juzgar a los otros/as y mantener el estatus quo tradicional.
Sigue costando mucho cambiar la mirada, tomar conciencia del sesgo, escuchar y ver sin varias capas de influencias, muy tupidas porque salen de la costumbre y repetición constante, del hábito social.
Los jueces españoles en materia de violencia de género no tiene mucha ni buena formación, más bien exhiben sus sesgos en los tribunales y en las sentencias, sin rubor alguno y reafirmándose, contagiándose y celebrando sus éxitos entre el machismo que sigue siendo asesino.
Creo que todo el mundo debería pronunciarse sobre este escándalo, a ser posible con toda la libertad que se pueda, tras ver y oír el comportamiento y las palabras de los testigos e imputados.
No hay una única manera de reaccionar ante un abuso sexual, de poder, o de ambas cosas. No hay una única manera de continuar la vida tras la agresión, no hay una única manera de ser, como no la hay en quien agrede, quien miente, quien abusa, quien intimida, quien chantajea y quien viola todos los límites del respeto y la dignidad a otras personas.
Ojalá se llegue al fondo del asunto sin coacciones y se pueda dictar sentencia justa. De momento siento que debemos agradecer a la víctima su comportamiento, sus palabras porque necesitamos referentes como ella para concienciar a la sociedad sobre los abusos y agresiones sexuales, vengan de donde vengan. El mundo del fútbol contiene altas dosis de violencia, lo vemos cada fin de semana con actitudes y palabras racistas y, desgraciadamente también, sexistas, mucho desprecio a quien es diferente y odio a quien lo denuncia.
Ojalá no reciba más represalias, de ningún tipo, especialmente emocionales o psíquicas.
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