SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE AUTOR
Luigi Pirandello
El planteamiento de cuestionar qué es real y qué es ficción sigue siendo de interés pasados cien años. Los años veinte del siglo XX fueron decisivos para la historia de Occidente en muchos aspectos, también en el ámbito del arte, concretamente la literatura, en cualquiera de sus modalidades.
Corrientes filosóficas como el existencialismo se difunden a través de la poesía, la novela y el teatro. Miguel de Unamuno crea su nivola y nos lleva al terreno de las preguntas por la vida, el destino, las posibilidades y en definitiva la acción humana. Dialogar con el personaje siendo el autor, dialogar con el autor siendo el personajes, Augusto Pérez versus Unamuno y viceversa.
En Seis personajes en busca de autor resulta inevitable deslizar el pensamiento hacia la ocurrencia del gran teatro del mundo, en el que se es personajes o actor, donde todo está escrito y no se puede cambiar nada, donde te toca un papel y tu vida consiste en interpretarlo. La libertad queda fuera del escenario para los actores pero no existe para los personajes. Jugar a estar dentro o fuera, sugerir que somos lo que han escrito que seamos, incluso quienes escriben están condicionados, como Unamuno cuando le dice a Augusto que tiene que morir porque ya lo ha pensado así, como si también la creatividad obedeciera a fuerzas condicionantes de las que no se puede escapar.
Dramas y comedias, por separado o juntos, en eterno diálogo sobre las decisiones que se toman ante las circunstancias que rodean a los personajes, todos los son, todos lo somos, sobre el escenario del teatro o sentados en las butacas. Niña, chico, jóvenes, viejos, hijos, hermanos, matrimonios, relaciones e identidades buscando ser y ser representadas.
Hoy, cuestionar si decidimos por nosotras mismas o estamos determinados por otros factores, economía, tecnología, tradiciones, que controlan unos pocos, como si fueran los autores de una obra de teatro en las que tan solo somos personajes, es tan oportuno como cuando Pirandello expuso su obra. De hecho hoy resulta desolador y traumático a ratos.
Entramos y salimos de los lugares como suben y bajan los personajes al escenario. Nos movemos así o asá siguiendo instrucciones precisas del director, la moda, el postureo. Representamos roles escritos con antelación que hay que saberse bien para triunfar.
Doce personas y personajes nos interpelan desde esta obra, clásica, consiguiendo cierto grado de incomodidad y satisfacción a la vez. Así es el teatro si es bueno, no nos deja indiferentes, siempre mostrando algo de nosotros, de lo que somos y de lo que podemos ser. El título describe la naturaleza humana con precisión al decir "en busca", pero ¿tiene que ser de autor?
Es toda una suerte que esté de gira y podamos disfrutarla. No debe ser fácil cumplir 100 años con tan buena salud...
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