LA SUSTANCIA
Coralie Fargeat, 2024
Hay algo de vender el alma la diablo cuando una persona siente que pierde la juventud y la belleza por el paso del tiempo. Lo que quiera que sea también es el origen de la trama de esta película, así que mujer famosa, actriz, bella, cuerpo perfecto, protagonista de un programa de televisión de éxito es juzgada por el jefe de la cadena como prescindible por su edad.
Todos los estereotipos machistas en el jefe y todos los estereotipos sexistas en la actriz. Todos sin faltar uno, a todo color y sonido. El hipérbaton es la técnica presente desde el minuto uno, lo que hace que te acostumbres a la extravagancia y la exageración, aunque hay momentos de la historia que suponen ir más allá incluso de toda extravagancia y exageración.
La química hace milagros y en esta ocasión plantea una utopía distópica, es decir lo imposible deseable que resulta ser lo indeseable posible.
Ha obtenido ya premios internacionales y seguirá haciéndolo porque los efectos especiales son alucinantes, de cerrar los ojos o girar la cabeza para no ver lo que pasa en la pantalla.
Cuando desde el cine se critican aspectos sociales importantes como consumir los cuerpos de las mujeres jóvenes por las industrias de la imagen y la comunicación, se espera realismo, asomarse a la calle y plantar la cámara. Sin embargo en La sustancia lo hace lejos del cine social convencional, si es que este género existe, porque toda la película es una crítica desde la primera escena en la que aparece Demi Moore ejecutando un número de aerobic con un cuerpo de adolescente anoréxica.
Los buitres de las empresas del ocio comercial babean ante los cuerpos virginales de las chicas para todo, durante pocos años, perfectas en todo momento y lugar, capaces de atraer a millones de consumidores que afianzan los estereotipos y exigen más y más sin límite de ninguna clase, desde luego sin límite moral alguno.
Al estar hecha con un tono gore la crítica queda un poco deslucida y en segundo plano. Tal vez por esto, el público que la comenta más sea joven, amante del cine de ciencia ficción y efectos especiales flipantes. No sé si es buena idea mezclar ambas cosas, pero, desde luego, mostrar cómo la industria de la imagen devora a las mujeres, las discrimina por la edad y el físico resulta de lo más oportuno hoy. El número de personas con problemas de trastornos de conducta alimenticia es muy elevado y sigue creciendo. Un factor influyente en que sea así es el modelo corporal de las famosas.
Las actrices lo bordan, tienen que hacer tanto de mujer perfecta como de mujer monstruo perfecto, y lo consiguen. El guion es más que previsible y minimalista, lo que se agradece, para no añadir más inverosimilitud ni hipérbaton, aunque en el asunto de la empresa química hay algo de misterio que mantiene el interés y cabe hacerse preguntas al respecto.
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